Desterrado, como un loco de los ajetreos de la rutina,
arrastraré la hermosura entre los harapos sucios de mi ángel.
Esperaré un milagro.
Grabado tiene en la carne su nombre,
es un relámpago con letras ígneas.
Pude vérselo en el brazo
cuando le colocaron la bolsa con la quimio
antes de nacer.
Ululante y con ojos puros
le veo llorar, y él ve mi mano tendida sobre
un insoportable olor a madrugada
donde dice EMERGENCIA
hay sangre
sobre el disfraz de la misericordia
en las paredes lavadas con cloro.
No quiero que sus dedos rocen los míos.
De excusa saco el pañuelo
seco los aros de agua
que un delfín de vidrio siempre hace
en mis gestos de vergüenza.
Oigo su voz,
se extingue:
…¿Has visto como nacen
las aves?
con el plumaje empegostado
simulando la carne
de ángeles decrépitos
que buscan lugares olvidados por el hombre para morir.