El entramado mafioso

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Narcotráfico y negocios con el gobierno o en el gobierno. La inseguridad y el sicariato deben tener una explicación común, una sola explicación que abarque su presencia y expansión. No puede haber tanta violencia espontánea en una región que llegó a tener una calidad de vida bastante aceptable. Un oasis en medio de la mediocridad tropical, del pensamiento-rancho (favela).
En un tiempo la cercanía con Colombia, sus mafias narcotraficantes y la presencia de la guerrilla hacían difícil la ausencia de la muerte, del delito, de la delincuencia. Sin embargo, parece que Colombia ha ido saliendo de estos problemas de manera gradual pero exitosa. Tanto Medellín, otrora el Chicago de los años 20 en Latinoamérica, como Bogotá, capital de un país conocido por la guerrilla más antigua, por los clanes o carteles de droga más poderosos y sanguinarios, por los paramilitares, especie de ejercito paralelo con licencia de hecho para asumir el ajusticiamiento y la defensa mediante tácticas imposibles para un ejercito regular bajo los parámetros legales, ahora son ciudades vivibles, transitables, entrañables y florecientes.
Táchira, y el resto de la frontera venezolana con Colombia, derivó en terreno propicio para el cultivo de negocios, relaciones interpersonales e intergrupales fuera de los límites legales y morales.
Es ejemplo de lo que la mala política puede producir aunque se base en las buenas intenciones, al favorecer ciertas prácticas, promover otras, limitar algunas y tener la negligencia como principio de acción. Como la vida, la posibilidad de hacer y lucrar busca su camino, aunque este sea retorcido y oscuro.
Existen muchas hipótesis planteadas en diferentes sociedades acerca de este asunto. En Cuba, por ejemplo, se ha remarcado que cuando el estado ha limitado la actividad personal privada, inmediatamente surgen sin inhibición formas de propiedad e intercambio privado de espíritu liberal-capitalista. No es necesario recordar las múltiples formas en que las sociedades reprimidas y controladas logran sobrepasar los bloqueos, las prohibiciones y las barreras para que surja el intercambio de bienes y el disfrute de los avances y placeres de los que goza el resto del mundo llamado libre. Que estos sean lícitos o no es otro tema.
Hace unos meses se entregó a la policía de España un mafioso clásico. Uno de esos que podría ser Pablo Escobar, Al Capone, o cualquier otro. Un tipo que manejaba toda una red de tráfico de mujeres que luego convertía en prostitutas a la fuerza en Europa. Una red productora de dinero que a través de un complicado pero eficiente mecanismo piramidal le permitía acceder a sumas de dinero más o menos grandes que luego «lavaba» (invertir el dinero en actividades lícitas para «limpiarlo») mediante «inversiones» en construcción y establecimientos de juego como casinos. Un sujeto cuya imagen es la típica del hombre fuerte
y hasta bonachón, que reparte dinero y mantiene contentos a sus colegas y subalternos, a múltiples amigos y contactos (puro networking), a miembros del estamento civil, a lo que se atribuye que recorriera sin temor el sur de Europa e hiciera negocios de diversa índole, y así evitaba ser capturado por las policías de Portugal, Francia o España, e incluso por el FBI.
En Venezuela seguramente parte de la solidez del régimen tiene que ver con este tipo de entramado. Incluso puede ser que ni siquiera los niveles más elevados del organigrama gubernamental estén en conocimiento de este soporte, de esta estructura, cosa que no creo. Hablamos de una compleja red de relaciones e intercambios de favores y dinero que excede los límites legales, que por otra parte se han vuelto o a propósito los han vuelo totalmente difusos por la práctica y costumbre, de tal modo que no se sigue ninguna regla, se permite el salto de cualquier barrera, o hay una lógica distinta y propia, tanto de las transacciones más simples como de las más complejas.
Aunque no se menciona en la prensa, existe todo un complejo de mafias de mayor o menor poder que se disputan de manera velada o abierta el cardumen de ganancias descontroladas producidas por los múltiples procesos macro o micro-económicos y financieros. Es el río revuelto soñado por los pescadores.
Se intuye una relación simbiótica mutualista entre las diferentes mafias y las autoridades legales, que permite que los miembros beneficiarios de una de las ramas o nodos de esta estructura sostenga al otro, solidificándolo pero paradójicamente flexibilizando la trama, que puede ser vulnerable o no en tanto la relación se cultive y se fertilice con inyecciones de favores y dinero.
Todo va fluyendo, y todos terminan entrando en el juego. No parece haber solución ni implosiónprevisible porque ningún grupo es suficientemente fuerte o tiene interés en serlo. No conviene simplemente porque las ganancias son tales, o suficientemente satisfactorias, para mantener a todos en una especie de confort o placidez. El sujeto perturbador del sistema es eliminado y todo sigue su curso.

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