La oposición está entrampada. Tal vez sea su momento más oscuro desde 1998, cuando todo hacía suponer lo contrario: con la muerte de Chávez, el chavismo colapsaría eventualmente. Nada más alejado de la verdad: en estos momentos el régimen está más atornillado que nunca, gracias a la dependencia absoluta de los poderes públicos, supeditados a la presidencia. A pesar de los continuos desaciertos del gobierno en casi todas las materias, desde la economía hasta la seguridad ciudadana, los líderes opositores no han sido capaces de capitalizar esas fallas a favor de su causa, y lucen erráticos y desperdigados, sin una agenda común y sólida.
El camino electoral parece lejano: las próximas elecciones son el año que viene, y con un CNE en manos del chavismo es muy poco lo que se puede hacer. Estoy convencido de que le arrebataron varias elecciones a la oposición, y no por trampas electrónicas, manipulación de las máquinas u otras teorías conspiranóicas que circulan elección tras elección, sino por una vía mucho más directa: la coacción, el voto asistido, los centros electorales fantasmas en donde no hay ni un solo voto nulo ni un solo voto para la oposición, centros en los cuales los testigos de los partidos opositores no entran. Basta con revisar los mismos datos que publica el CNE en su página web para constatar esta situación. Así que, a menos que la victoria de la oposición sea contundente, el oficialismo tiene margen de acción para voltear los resultados, lo que les permitirá ganar todas las elecciones en las que participen.
¿Qué queda, entonces? La #salida, que pareciera un fast track para obligar el cese de funciones del régimen, es una fantasía improbable. Tenemos 12 años marchando y obteniendo los mismos resultados. Y al régimen parece habérsele acabado la paciencia, y no está dispuesto a dejarse embochinchar al país. Para evitar eso tiene a los grupos paramilitares, bien armados y dispuestos a todo. Ayer murieron 3 personas, dos estudiantes y un miembro de uno de los colectivos, y el mensaje está claro: habrá plomo para quienes protesten, y criminalización instantánea para quienes fomenten, apoyen o conduzcan las marchas. Ya se emitió la orden de captura para Leopoldo López, cosa que estaba en el ambiente desde un principio. Volviendo a la #salida, hay tres maneras constitucionales para acabar anticipadamente con un período presidencial, que yo sepa: por renuncia del mandatario, por fallecimiento del mismo, o por referéndum revocatorio. Ninguna de las tres parece viable en estos momentos.
Creo que el chavismo va a seguir en el poder por mucho tiempo más. No veo en el horizonte cercano nada que lo haga trastabillar, salvo su propia torpeza. Pero han demostrado saber cómo caer de pie, y hasta ahora les ha funcionado. Mientras su propia gente acepte el estado de cosas que imperan en el país, los que están del otro lado de la acera verán cerrarse cada día más puertas, coartandose más libertades, estrechándose más el cerco totalitario.
A menos que el gran árbitro decida lo contrario. Pero creo que eso no le conviene a nadie.
«Pero creo que eso no le conviene a nadie.»
Y si sí?
Vista la historia contemporánea, y más de cerca lo ocurrido en 2002, le tengo alergia a las salidas militares.