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Breves comentarios sobre la vida y la muerte en Venezuela

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Vida y Muerte

Resulta curioso que algunos de quienes acusan el inmediatismo (luego de 15 largos años) de quienes salen a protestar tienen la impresión de que sino se logra ningún objetivo el primer día o el segundo entonces todo fue en vano, todo fue un fracaso, y los muertos, que pronto serán olvidados, no contarán parte de la historia de las atrocidades de un régimen opresor y tirano.

Los que dicen que es demasiado peligroso salir a la calle a manifestar imagino que jamás salen de su hogar. De hecho sería razonable pensar que viven en una burbuja de cristal, y es que las posibilidades de ser víctimas del hampa común son quizá hasta más altas que las de ser asesinado en una protesta pacífica: más de 4.300 homicidios (sólo en Caracas) en 2013, ¿será que no les dicen nada? Es decir, en Caracas matan a más de 11 personas cada día y eso ya no sorprende a nadie, eso no genera revuelo en las redes sociales, eso no despierta la indignación de nuestra de nuestra ciudadanía, ni la que está acá en el país ni tampoco la de la diáspora. Supongo que como es normal, ya hemos aprendido a convivir con ello.

Es decir, si ser sensato es darle prioridad al instinto de supervivencia, es insensato pedirle a un caraqueño que salga de su casa en una ciudad con una tasa de homicidios que rebasa los 130 (se lee CIENTO TREINTA) homicidios por cada 100k habitantes por año. Quienes afirman que el riesgo de protestar es demasiado alto, ¿están dispuestos a pagar el precio y vivir presos de por vida en sus hogares o hasta que Prannation se haga realidad?

El asunto es que todos recordaremos a Bassil Da Costa porque murió protestando por una causa que algunos consideran demasiado peligrosa (tanto que muchos con toda razón han emigrado), pero ¿alguien recuerda los nombres de los 24.700 venezolanos fallecidos en 2013 víctimas del hampa? Esos ni siquiera estaban luchando, esos, esos sí murieron realmente en vano, esos no saldrán de ser un mero número en la estadística a menos que te llames Mónica Spear.

Ahora bien, ¿estamos acá proponiendo que algunos nos inmolemos porque igual van a matarnos a muchos de nosotros? La respuesta es no (aunque si alguien desea hacerlo no seré yo quien lo censure). Sin embargo el hampa común que actúa con la impunidad (¿inmunidad incluso?) que le otorga el régimen matará a muchos más venezolanos de lo que cualquier gobierno que aún mantenga una mínima fachada de democracia puede generar sin pagar un costo político tan alto que puede terminar siendo su propio pellejo. Si lo anterior no se entendió piense en esto, el equivalente a la violencia cotidiana (homicidios) correspondiente a menos de dos días en Caracas pusieron a más de la mitad del Alto Mando Militar en la posición de solicitarle a Chávez la renuncia. ¿Le pareció muy descarnado? Quizá no ha reparado en pensar que de aquí a diciembre, proyectando las cifras de 2013 y su crecimiento, en Venezuela morirán más de veinte mil personas a manos del hampa común, esa que en buena medida actúa dirigida desde los recintos penitenciarios en donde los PRANES se toman fotos cariñosas con la Ministra de Asuntos Penitenciarios.

El problema es este, quienes pretenden erigirse con el monopolio de la sensatez llamando a la gente a que se resguarde en sus casas y abandone las protestas (MUD & Co.) parten fundamentalmente de una premisa que en realidad es una conclusión: no importa lo que se haga, no importa cuantos caigan en pos de salir de un régimen opresor, nada se va a lograr. Lo anterior ignora no solamente como cayeron Fujimori, Milosevic, Mubarak y un largo etcétera, pero más importante aún, el propio Chávez en abril de 2002; de modo que ese determinismo de que nada se logrará mediante las protestas es radicalmente falaz, y es que de hecho no existe ninguna salida a una tiranía que no pase por la calle y la desobediencia civil. Sin importar cuanto insistan los apologistas de reventar a palo la renaware en el balcón, no hay una salida a este problema que no pase por tomar las calles de manera sostenida y decidida, es eso, Maiquetía, o entregarnos pacíficamente, bajar la cabeza, lamer la bota y rogar que nos perdonen la vida, eso sí, olvídense de libertad, de propiedad privada y de superación personal, ese es un lujo burgués que no está permitido en las revoluciones socialistas.

Y es que incluso si hubiera una nueva elección presidencial o un referendo revocatorio, el resultado, sin importar cuan abrumador fuese a nuestro favor, habría que defenderlo en la calle sí o sí. ¿Se entiende esto o no se entiende? Todas las salidas pasan por ahí.

En virtud de lo anterior quienes utilizan el argumento de que no se debe protestar para evitar la violencia y los muertos se entrampan en un discurso del cual no pueden salir porque las alternativas a no protestar llevan al mismo lugar: la entronización definitiva y consolidación total de un régimen totalitario que, en algunos años, sabrá quiénes y cuántos son los contrarrevolucionarios en cada cuadra, al mejor estilo de los CDR cubanos. ¿»No vale yo no creo» anyone?

Para finalizar, quienes apuestan exclusivamente al largo plazo, al trabajo en las bases (que nadie excluye de la ecuación pero que ya debería haber avanzado porque tenemos un montón de años trabajando en las bases, y me incluyo porque yo también dicté bastante talleres en los barrios de Valencia) olvidan que la tasa de emigración casi con seguridad es más grande que la tasa de chavistas conversos como consecuencia de ese trabajo de base, si a ello le sumamos la conculcación sin prisa pero sin pausa de las libertades civiles, luce que la respuesta a la pregunta «¿en contra de quien corre el tiempo?» es evidente, ¿no le parece?

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