Lo ocurrido esta semana en
Venezuela es lamentable. Sin embargo, más lamentable de las muertes, es constatar que quince años de oposición al gobierno, no han servido de lección.
El opositor medio sigue siendo más pasional que racional, sigue dejándose llevar por las pretensiones políticas de unos cuantos. El argumento ahora es no quedarse en casa, que el cambio sólo ocurre en la calle. El cambio no ocurre en la calle sin organización, sin un ideal común.
La improvisación sirve hasta cierto punto pero es algo que ya no podemos permitirnos. Los muertos de 2002 ya nadie los recuerda, así como tampoco los de 2007, durante las marchas estudiantiles por el cierre de RCTV. En esas marchas yo también estuve y fue la última vez que marché.
En 2007, tras el cierre de RCTV hubo una especie de orgasmo opositor general encabezado supuestamente por nosotros, los estudiantes, que salimos de todos lados del país, de todas las universidades, a protestar pacíficamente en contra de un régimen totalitario que nos quitaba el derecho a la información. Decían, en los gritos de fuerza, que no éramos políticos, que éramos un movimiento sin otra pretensión que una Venezuela libre y feliz. Decían que esto era diferente al 2002 porque los protagonistas no eran los políticos sino el pueblo, los estudiantes, los chamos, el futuro, carajo. La realidad pronto se demostraría otra.
Muchos estudiantes se organizaron para jugar a la guerra contra la policía, lanzando piedras, lanzando lo que encontrasen. Yo caí preso y cuando el PM me dijo que llamara a alguien que me fuera a buscar a la Guardia Nacional, mis amigos se hicieron los locos, y me dejaron el pelero.
En la GN me humillaron, me golpearon, me escupieron. Al final logré salir pero muchos se quedaron allí y yo, idealista y libre, envié un cd con fotos a Globovisión, ese canal aguerrido por la información veraz. Les envié mi declaración y los nombres de todos los involucrados en mi detención. Nunca publicaron nada y muchos amigos que marcharon aún hoy no me creen que ese día desaparecieron a varios detenidos.
Uno de los milicos me dijo una cosa muy interesante: Tú estás aquí protestando en favor de la libertad de expresión por un canal privado. ¿Tú qué crees que está haciendo ahora Granier, el dueño de RCTV? Está cayéndose a palos muy relajado porque esto también le conviene, tanto como a Chávez. Ustedes son muñequitos. Nosotros también.
Después de eso y a distancia de unos meses, todos los líderes estudiantiles, se lanzaron a las elecciones por cargos de alcaldes y demás, traicionando el principio de la protesta. En la escuela de Comunicación Social nos olvidamos rápidamente del cierre de RCTV y seguimos viviendo nuestra vida, yendo a los bares, comprando carros, viajando porque la vida es una y uno no se puede amargar toda la vida.
Esta experiencia, que viví en primera persona, aprendí a juzgar el juego político criollo desde otra perspectiva. Por eso mismo nunca he creído en Capriles ni mucho menos en María Corina o Leopoldo López. Ninguno de ellos ha tomado una bala por nosotros y se han encargado de convertir toda desgracia en arma política, porque de eso se trata. Pero no me molestan tanto porque así son los políticos de todas partes del mundo. Lo que me jode, lo que me revienta, es nuestra gente, nosotros, los ciudadanos de a pie, los hijos de puta que no tenemos plata para un futuro y nuestras quejas no son por el pan sino porque el nuevo Iphone no ha llegado, los criollos sin memoria que creemos todavía en esa cantaleta de que toda la culpa la tiene el gobierno y que si salimos mucho a la calle, vamos a lograr algo, llenos de frases hechas tan geniales como estériles del tipo «140 personas hacen más que 140 caracteres»; lo que me da rabia es que somos hijos de la publicidad y nos manejamos en los mecanismos de la televisión. Basta ver la opinión general que tenemos de un escribidor como Leonardo Padrón o cuántos seguidores tiene Chataing en Twitter. Si el cambio no ocurre internamente y seguimos ladrando como perritos, nunca ocurrirá nada.¿Quieren la revolución? ¿Quieren una Venezuela libre? Empiecen con las acciones concretas y reales. Un amigo propuso abrir un grupo en Facebook y una cuenta en Twitter que concentre esa masa para transformarla en fuerza. Después de eso, se necesitan encontrar problemas concretos y alternativas para solucionarlos, sin caer en la banalidad de «hay que tumbar al gobierno» porque eso no va a pasar de la noche a la mañana. Recuerdo una página de Facebook donde habían denunciado con humor un hueco en la autopista y dio tanto de qué hablar, que lo repararon. Esto sería un buen ejemplo de cómo usar las nuevas tecnologías para un cambio drástico. Lo mío no es facilismo sino raciocinio, ni tampoco son ensoñaciones pues ya ha ocurrido en los países Árabes y también en Italia. Eso sí: las redes sociales son un medio de la idea, pero la idea hay que tenerla, así como cuando se va a la calle. Si el ciudadano empieza unido a combatir la escasez, la violencia y todas nuestras demás taras, si empezamos a dejar de vivir en el capitalismo salvaje de la era de Chávez que a todos tanto nos conviene.
El arma contra el chavismo, aunque les suene extraño, es la práctica real del socialismo.
Una sociedad organizada cuyo objetivo es el bien colectivo, en un país como Venezuela, podría prosperar y acabar con todos sus males.
Mientras sigamos divididos por ridiculeces que nos venden los políticos, seguirá repitiéndose 2002, 2007 y 20014, dejando cifras de muertes y quietud, esa maldita quietud.
Giulio Vita
@elreytuqueque