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A quien honor merece (contra la amnesia selectiva)

LLHCR2Cuando recuerdo en blanco y negro aquellos discursos de unidad y bloque en la oposición algo en mí se rompe. No porque esta oposición esté exenta de equivocarse -de más está demostrado que sí- sino porque no son consignas tan viejas en la historia y, además de haber sido olvidadas por los venezolanos, hoy terminaron de enterrarse por la inmediatez de un suceso.

En una publicación anterior hice mención a este defecto que hoy, una vez más, se evidencia en gran parte de los venezolanos que se opone a este gobierno:

“Leopoldo sí tiene bolas, no como Capriles que espera su tiempo de Dios perfecto”.

“Leopoldo en 10 días le tumbó el liderazgo de dos años a Capriles”.

“Leopoldo, prócer de la Independencia del siglo XXI”.

Así, el trabajo de Henrique Capriles, quien recorrió el país de cabo a rabo dos veces pasa a segundo plano por el carácter alzado e inmediato del venezolano a quien le vale más una acción, si se quiere desmedida y sin asidero a corto, mediano y largo plazo, que el proyecto de paciencia, inclusión y constitucionalidad de Capriles, ajeno a #LaSalida.

Lejos estoy de ser caprilista o leopoldista, pero como venezolano no puedo dejar de advertir con asombro cómo quienes ayer defendían a Capriles, decían #YoSoyVenezolano y se ataviaban con la gorra tricolor, hoy defenestran al líder y lo reemplazan por otro. Ingenua iconoclastia la del venezolano, que no se da cuenta de que con estos razonamientos y acciones está, cada vez, más lejos de la mentada unidad.

Leopoldo López, ciertamente mucho más carismático que Capriles y de amplia capacidad de liderazgo -si no, por qué otra razón fue inhabilitado- no es ningún héroe. Hizo lo que cualquier hombre de bien hubiese hecho: dar la cara por el zaperoco que desató.

Un trabajo hecho por Carlos Caridad Montero hace más de diez años en la revista Exceso titulado Buenos muchachos desentraña a los entonces jóvenes Capriles y López como dos figuras contrarias al chavismo que, de seguro, darían de qué hablar en el futuro. Las cosas no cambiaron tanto.

Hoy me obligo al optimismo y pienso que en lugar de perder un líder ganamos otro.

Honor a quien honor merece.

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