No concilio el sueño con facilidad y desde el 12 de febrero no creo que ningún venezolano pueda. La censura y el crimen institucionalizados, esta dinámica de cacería arropada por el manto de una falsa paz de una manada de poderosos desalmados y las muertes innecesarias -tantos años de muertes innecesarias- regurgitan un sentimiento que va más allá de la rabia, la indignación, el desasosiego y la desesperación. Es odio, visceral y canalla, como ustedes. Después de tanta miseria y amoralidad desbordada, puede uno darse el lujo de no creer -al menos por un ratico- en discurso pacifista alguno y no hacer más que revolcarse y retorcerse en su odio. Será ardua la tarea de reconciliación, pero no más que reconstruir todo, todo esto que dejamos destruir.
19 de febrero de 2014
1:43am