Cansémonos, es la hora.

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El mayor logro de la revolución fue vestirse de cordero, fue habernos despistado creyendo que la cúpula gubernamental es humilde y revolucionaria cuando en realidad es otra oligarquía corrupta, llena de dólares y cuentas en Suiza, que va a Disneylandia de vacaciones y compra apartamentos en el centro de Florencia.

Es impresionante todas las cosas que leo sobre el gobierno de gente que nunca ha estado en Venezuela y evidentemente elige qué ver. Son los mismos que ven militares golpeando civiles y lo califican de barbarie a menos que sean militares venezolanos; son los mismos que prefieren no ver cómo viven quienes nos gobiernan y la falta de humildad que existe en su discurso.

Es fácil llenarse de frases hechas del tipo «La oligarquía no volverá» o «El pueblo es soberano». Es fácil llamar al otro fascista desde el fascismo. Es fácil aceptar los engaños de un gobierno que ha manchado su ideología por seguir aprovechándose de su pueblo. ¿Dónde está la dignidad prometida en una fila de horas para comprar leche? ¿Dónde está la soberanía cuando hay injerencia cubana? ¿Dónde está el bienestar social cuando tenemos la inflación y la violencia más grande del continente?

¿Nuestros gobernantes, opositores y chavistas, sufren de nuestros mismos males? Esa es la pregunta que tenemos que respondernos todos los que apoyan a un político ciegamente. Y miren no las cuentas, que podrían estar falseadas, sino las fotos del antes y después de la familia Chávez, todo el oro que tienen en las manos, todo el capitalismo que aprueban.

Se me hace muy difícil ser de izquierdas, ser pueblo, ser latinoamericano y aprobar al chavismo después de tantos años de oportunidades perdidas que tan caro hemos pagado.

Viva la Venezuela que votó por el cambio en el ’98, vivan los hartos del bipartidismo y del pasado, pero cansémonos todos de verdad, no según nuestra conveniencia.

Cansémonos de los chanchullos, de la censura, de la política de telenovela, de la violencia de la policía y de los civiles, cansémonos de ser los tristes más tristes del mundo, de ser pisoteados por el gobierno estadounidense, por el cubano y por el venezolano, cansémonos de la demagogia, del facilismo de creer en un individuo y no en el pueblo, cansémonos de que nos den migajas y pidamos oportunidades para todos, pidamos cómo obtener el saco de harina, no la arepa ya preparada, pidamos que se detenga la manipulación y la dependencia entre gobierno y gente porque un Estado no debe caer en partidismo y lo vital de una democracia no se calcula según cuántas veces se puede ir a votar sino en la libertad que tiene cada individuo de sus decisiones.

Cansémonos del chantaje, Venezuela, y empecemos un movimiento donde prevalezca el diálogo inteligente, donde nadie tenga la razón absoluta, lleguemos a un acuerdo de nuestros valores morales y éticos pues probablemente allí también hay un desacuerdo terrible.

Yo estoy cansado, ¿y tú?

Giulio Vita
@elreytuqueque

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