Una de las constantes del chavismo ha sido darle rango institucional a la adulación, a la lisonja, a la bajeza comarcal. Basta con decir: “Aquí estoy, rodilla en tierra” para empezar a ascender en las filas oficialistas. Sin importar la mediocridad, la falta de preparación, los antecedentes penales y/o los casos de corrupción administrativa en los que haya estado incurso, quien diga esa frase de inmediato recibe recursos y apoyo del PSUV para ser postulado como candidato a un centro de estudiantes, un consejo legislativo, una alcaldía, una gobernación, un curul en la Asamblea Nacional, una gobernación, un ministerio o el cargo de Vicepresidente Ejecutivo. La hoja de servicios de más de un embajador chavista lo único que dice es: “Rodilla en tierra”. También la de la mayor parte de los “moderadores” de los “programas de opinión” de VTV. El actual director de TVES obtuvo ese cargo gracias a esa frase. Sin lugar a dudas, fue así como Nicolás Maduro se convirtió en el sucesor de Chávez.
Siendo tan fácil ascender políticamente en la Era Chávez, ¿por qué la consigna de los ciudadanos de esa región venezolana que se ha rebelado contra el régimen de Maduro es EL TÁCHIRA NO SE ARRODILLA?
Seguidamente, expondré algunas de las razones de ese extraordinario ejemplo de desobediencia civil.
El doble discurso de la “Revolución”
Una de las principales causas de la rebeldía antichavista en el Táchira tiene nombre y apellido: Iris Varela, la mujer que hoy detenta el cargo de Ministra de Asuntos Penitenciarios.
Hasta hace quince años, tanto ella como todos sus familiares eran personas de escasos recursos económicos. Sin embargo, en el transcurso de pocos años, los integrantes de la familia Varela empezaron a acumular bienes y propiedades de impresionante magnitud. Además, empezaron a ocupar cargos importantes en distintas instituciones del estado. A Antonio José Peña Peña, le bastó con ser cuñado de la ministro para asumir el cargo de Director del Saime San Cristóbal, y tal ha sido su desempeño en ese cargo que ha sido acusado de haber cometido los delitos de asociación para delinquir, falsificación continuada de documentos y otorgamiento irregular de documentos de identificación (lo que explicaría el origen de la fortuna que ha acumulado recientemente porque su sueldo no da para tanto). Por su parte, a Ovidio Antonio Peña Varela le ha bastado con ser sobrino de la ministro para asumir el cargo de Director Regional del Sistema Penal de Adolescentes. Una de las preguntas que se hacen los antichavistas en el Táchira es por qué el Ministerio que dirige la benefactora de la familia no se llama Ministerio de Asuntos Familiares de los Varela.
Por si esto fuera poco, la funcionaria en cuestión es un ejemplo del doble discurso que ha caracterizado a los dirigentes chavistas, quienes suelen hablar pestes de los ricos, de los corruptos del pasado y del “imperio”, pero viajan con escoltas y chofer en vehículos último modelo, se han enriquecido saqueando las arcas del Estado y les encanta llevar a sus hijos de vacaciones a Disneyworld o los parques temáticos hollywoodenses (como lo demuestran varias fotos que han circulado en las redes sociales). Mientras la familia Varela ha llegado a enriquecerse en “el ejercicio” de cargos para los cuales no están calificados, para el resto de los tachirenses los niveles de desempleo, pobreza, inseguridad y desabastecimiento se han ido incrementando.
El apoyo del gobierno a la guerrilla colombiana
A diferencia de la izquierda internacional, que ve en la guerrilla colombiana la continuación de la lucha armada emprendida por el Ché, todos en los tachirenses saben qué son realmente las FARC y el ELN. Ya sea de oídas o por experiencia propia, a todos en el Táchira les consta que no hay ninguna diferencia entre esos grupos guerrilleros y cualquier organización criminal. Los miembros de las FARC y del ELN extorsionan, secuestran, asesinan, reclutan menores de edad y trafican con armas y drogas. Desde hace décadas, los tachirenses son víctimas de ambos grupos guerrilleros. Sin embargo, el apoyo del actual régimen a ambas organizaciones armadas ha sido tan grande que en marzo de 2008 Chávez ordenó el desplazamiento de tropas a la frontera con Colombia y estuvo a punto de ir a la guerra con ese país cuando el ejército colombiano eliminó al Raúl Reyes, comandante de las FARC.
El subsidio al contrabando
Hace varias semanas, Rafael Ramírez anunció que el costo de producción de un litro de gasolina era Bs. 2,70. Por consiguiente, se hacía necesario realizar un ajuste en el precio de venta. Esas declaraciones fueron dadas antes del último “ajuste cambiario”, es decir, cuando el valor oficial del bolívar era 6,30. Con todo, el precio de la gasolina de 95 octanos sigue siendo Bs. 0,10. Si tomamos en cuenta el valor del bolívar en el mercado negro, el precio de la gasolina venezolana vendría a ser el más insignificante del planeta. Para mantenerlo, a lo largo de varios años el gobierno chavista ha destinado en subsidio a la gasolina más recursos que los invertidos en salud y educación de manera conjunta. Con el paso del tiempo, este subsidio ha propiciado la emergencia de una mafia de contrabandistas de combustible entre Venezuela y Colombia tan monstruosa que echar gasolina en una estación de servicio del Edo. Táchira ha llegado a ser un verdadero suplicio.
La política de subsidio a la gasolina ha sido clonada… Corrijo: el gobierno chavista ha impuesto esa política como regla económica nacional. En comparación con los precios internacionales, el precio de la carne, el pollo, los huevos, la leche, el aceite, la margarina, la harina de trigo, el café y otros productos son ridículos. Pero eso no se debe a la alta competitividad del sector productivo nacional: bajo amenaza de expropiación, todas las empresas de alimentos venezolanas han sido obligadas a producir con pérdidas. Más que favorecer a la población residente en los estados fronterizos, ese hecho ha favorecido al contrabando de extracción.
Ya sea por razones de economía doméstica o de “bachaqueo”, los precios de la gasolina y de los productos de la canasta básica han traído a millones de colombianos al Táchira. Ergo, para conseguir un producto cualquiera los tachirenses tienen que hacer colas durante días y noches enteros. Desde hace tiempo, ellos se han hecho esa pregunta que hace poco formuló Sumito Estévez: ¿Cómo hablar de un producto a “precio justo” cuando hay que hacer una cola de hasta doce horas para adquirirlo?
Hay algo más: en los últimos años, los tachirenses han visto las conexiones existentes entre los militares y el contrabando de extracción.
El verdadero valor adquisitivo del bolívar
Cuando un venezolano cruza la frontera con Colombia y cuantifica el valor real del bolívar “fuerte”, de inmediato experimenta en carne propia lo que Neo sintió al despertar tras haber ingerido la píldora roja que le ofrece Morpheo en The Matrix. Dependiendo de la edad, los tachirenses pueden dar testimonio o referir el relato de aquellos tiempos en que era habitual ir a Cúcuta a hacer mercado o a comprar los uniformes o los útiles escolares. Todos recuerdan (o han escuchado hablar de) cuántos pares de medias, cuántas prendas de ropa interior, cuántos pantalones, camisas o zapatos de calidad se podían comprar con mil bolívares de los viejos, de cuando el dólar estaba a 4,30 y el barril de petróleo a 40 dólares. En aquellos tiempos, el bolívar llegó a valer 21 pesos. En cambio, hoy en día, después de quince años con el barril de petróleo a 100 dólares, lo que supone un ingreso de divisas sin precedentes en la historia del país, se requieren 42 bolívares para comprar un peso. Todos se han preguntado por qué. Es obvio que hay algo que no cuadra. El valor que, según el Banco Central de Venezuela, posee el bolívar es otro de los muchos insultos oficialistas a la experiencia y a la inteligencia tachirense.
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En las elecciones presidenciales del 2013, el candidato a la presidencia postulado por Chávez como el continuador de su proyecto obtuvo el 36,97% de los votos en el estado Táchira, lo cual implica un rechazo bastante claro por parte de los tachirenses a todo lo que el chavismo es y representa. Pero todo parece indicar que eso no le importa a Nicolás Maduro, quien no solo detenta el cargo de presidente de Venezuela tras un proceso electoral plagado de irregularidades, sino que en el acto realizado el pasado 4 de febrero anunció que seguiría expropiando, lo cual arrancó aplausos a quienes estaban ahí para adularlo.
Lamentablemente, en sus últimas alocuciones, el inquilino de Miraflores se ha referido más a la carta de Rubén Blades (a quien ahora cataloga de “plástico”) y a la importancia de celebrar el Carnaval que a lo que ha estado ocurriendo en el Táchira… Él ignora a los tachirenses, tal y como hacía su predecesor con quienes no decían: “Aquí estoy, mi comandante: ¡RODILLA EN TIERRA!
Su artículo está excelente, me explica muchas cosas.