Eh, no. De mí no saldrán elogios hacia ese ¿método? de ¿lucha?, que no es más que la masturbación mental de un individuo que está a buen resguardo en Miami y no debe haber quemado un caucho en su vida. Si me preguntan, la guarimba es la fantasía de una mente cobarde e irresponsable. Pero no vengo aquí a hacer juicios morales, más allá de los que expresé al principio. Me anima la intención de demostrar su ineficiencia en lograr el fin para la cual fue supuestamente diseñada, que no es otra cosa que provocar una crisis que logre un cambio en el gobierno.
Para que funcione, la guarimba debe tener dos cualidades fundamentales: extensión geográfica y larga duración. De nada sirve que en unas cuantas urbanizaciones de las principales ciudades del país se enciendan barricadas, si en el resto del país existe una relativa calma. Debe ser algo masivo y contundente.Y para que sea efectiva, debe durar un tiempo lo suficientemente largo para que logre erosionar las estructuras de poder, por cansancio. Eso amerita una logística rigurosa: se deben tener provisiones suficientes para resistir todo el tiempo que haga falta, se debe tener cubierto el auxilio inmediato a los vecinos de cada zona, se deben coordinar con los demás guarimberos rutas de escape en caso de alguna emergencia. Para hacerse bien necesita altos niveles de organización. No es sólo trancar la calle y ya, como quieren hacer ver. De la manera como se están haciendo solamente se logra molestar a los vecinos que no están de acuerdo con la medida; al poder no le hace mella.
Por otra parte, la guarimba no es realista: la mayoría de la gente en Venezuela vive de lo que produce cada día. Estoy pensando en las muchachas que limpian las casas, los obreros de la construcción, los taxistas, los porpuesteros, y un largo etcétera. Día que no trabajan, día que no comen. Y si no pueden desplazarse, no pueden trabajar. Tan sencillo como eso. A menos que en el diseño de la guarimba se le dé alguna respuesta a las personas que están en esa condición, no puede durar largo tiempo, y habrá sido inútil.
Esta es la segunda vez en la historia reciente de Venezuela que se apela a la guarimba, y parece que va camino a obtener los mismos resultados que la primera. Por mucho que el supuesto profeta diga que el régimen está tambaleándose, que a Maduro le queda una semana, todo parece indicar que poco a poco las aguas se están recogiendo. Veremos qué sucede después de este asueto carnestolendo perverso, que apuesta a la proverbial banalidad del venezolano. Tal vez me equivoque, y si es así seré el primero en reconocer mi error. Pero honestamente no creo que suceda.