Luego de varios años en los que la política ha imperado sobre nuestras vidas como ciudadanos y luego de observar que tenemos un país dividido en mitades pujantes, puedo afirmar con convicción que ¡Tendremos un mejor país!
Tendremos un mejor país, el día que en nuestras protestas de calle no salgamos a armar barricadas, sino que salgamos a tender puentes con el resto de las comunidades. No es un secreto para nadie que parte de la violencia y la intolerancia que se respira en todo el país es producto de un proceso progresivo de división entre los ciudadanos; por lo tanto, salir a la calle afirmando que las barricadas son la mejor forma de salir de este atolladero, es una soberana estupidez.
Tendremos un mejor país, cuando entendamos que esto no es una batalla entre el bien y el mal, sino una lucha por el bien común. Porque aquí no hay dos equipos distintos, como se nos ha hecho creer, simplemente le han puesto uniformes diferentes al mismo equipo; razón por la cual bastaría con sincerarnos los unos con los otros y reconocernos como hermanos. Hermanos que por derecho tenemos toda la libertad para pensar distinto, pero que por deber debemos encontrarnos en el sentimiento de ser venezolanos, para poder ayudarnos a crecer juntos en este país que tanto nos necesita.
Tendremos un mejor país, cuando la única profecía en la que creamos sea en la de que hay que echarle bolas para poder salir adelante en esta hoguera del tercermundismo. Que no basta que una mano divina nos quite del camino a unos gobernantes mediocres, porque esos mediocres llegaron ahí porque nuestras exigencias civiles fueron deteriorándose paulatinamente en nuestra cultura, hasta el punto de que en 1999 la batalla en la contienda electoral estaba entre una Miss y un golpista, con todo respeto a las mujeres venezolanas.
Tendremos un mejor país, en el momento en que entendamos lo que vale nuestra voluntad, porque es vergonzoso que seamos capaces de venderle a cualquiera nuestra voluntad a cambio de las caricias fugaces del populismo. Cuando uno le otorga su voto a un político puede que el haga bien su labor y sintamos que nuestra voluntad fue bien representada, o por el contrario puede suceder que no veamos reflejada nuestra voluntad en la labor del Estado y por medio de nuestra voluntad, expresada en el voto, tengamos la oportunidad de buscar a alguien que si nos represente. Pero solo es posible si incondicionalmente cuidamos celosamente nuestra voluntad, ya que en el momento que otorgamos nuestra voluntad en vez de nuestro voto, le estamos entregando a un tirano nuestra alma democrática y por ende nos espera un régimen totalitario.
Tendremos un mejor país, cuando el ser venezolano nos llene más de orgullo que el ser jodedores. Nuestro sentimiento nacionalista pareciera que lo tuviéramos guardado en una gaveta como una prenda, de la cual disponemos en ocasiones de gala, como por ejemplo cuando juega la vinotinto o cuando las misses desfilan en el poliedro, porque al finalizar al evento volvemos a guardar todo y esperamos a que nos convenga sacar a relucir nuevamente nuestro traje de gala.
En definitiva, no tengo la menor duda de que tendremos un mejor país. Porque aunque parezca pesimista en mis reflexiones todo cambio positivo comienza por una introspección de las circunstancias que nos adversan, ya que la cosas positivas que tenemos en el país son infinitas y aunque noblemente empeñemos nuestra causa a enumerarlas, seria inútil al final, ya que basta con recordar que nacimos en el país más hermoso del mundo y que por ser nuestro ya no hay razones por las cuales no valga la pena luchar por el.
Que viva Venezuela.