Venezuela y su mayor desafío…

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Eran las 10:45 am y ahí estaba él, sentado en la tarima del salón de la escuela de Psicología el primer día. Era flaco, moreno y con arrugas marcadas. Su sello personal eran los cigarrillos largos, los sacos de cuadros con parches en los codos y un bigote abundante, poco cuidado y semi canoso.

 

Su hablar era pausado, tanto, que podían pasar hasta 10 segundos entre algunas de sus frases, mientras su mirada intelectual divagaba en el jardín. Era desesperante la pausa a veces.

 

¿Su materia? “Psicología General 1”. ¿El libro de referencia? Por supuesto, el que él mismo escribió: “La psicología y sus multiples objetos de estudio”. Se lo habían pirateado tantos vendedores de libros, que con jocosidad lo llamaba “el tapa amarilla” (por los productos genéricos de limpieza en los 90s).

 

Arrancó la clase y luego de varias ideas, lanzó una frase lapidaria: “Aquí van a tener que aprender, lo más difícil que existe para un ser humano: -Ser objetivos-.

 

A lo largo del semestre, se paseó por la historia y mostró cómo diferentes culturas y corrientes, en lugar de analizar el comportamiento desde los hechos observables de los otros, se dedicaban a “juzgar subjetivamente”, dando interpretaciones místicas, religiosas, astrológicas o incluso poco lógicas, producto de su forma de ver el mundo.

 

Tenía un humor negro, intelectual y a veces se mofaba con ejemplos, de cómo la gente aceptaba como “realidad única”, lo que veía, lo que vivía, lo que interpretaba, siendo incluso capaces de generalizarlo…

 

Su nombre (Q.E.P.D.), era Armando Navarro, pero más allá del cariño estudiantil que le guardo, lo interesante es rescatar su pregunta, ahora necesaria para la adultez, para la madurez, para el avance individual, profesional y social:

 

¿Qué tan objetivo(a) soy al mirar la realidad? ¿Qué tanto uso mi criterio de análisis basado en “hechos tangibles”, en vez de usar sólo mis interpretaciones y generalizaciones”. 

 

¡Navarro tenía razón! Es un desafío ser objetivos… La tendencia natural es juzgar de forma indiscriminada. Tan cierto es, que se dice fácilmente en Venezuela: “Todos los motorizados son malandros”, “Todos los empresarios son explotadores”, “En este país ningún hombre sirve”, “Todas las mujeres lo que quieren es sacarle dinero a los hombres”…

 

¿Es justo meter en el mismo paquete a todo un grupo, sólo porque algunos de ellos se comportan de una forma particular? ¡Piénsalo…! Piénsalo bien, porque de la misma forma, alguien injustamente puede ponerte una etiqueta con una forma de ser, que no tiene vinculación contigo…. 

 

Mi amiga Luisa Elena Sucre (Licenciada en letras, coach), escribió algo tan alineado con este artículo, que casi pareciera que nos pusimos de acuerdo. 

 

Luisa dice algo interesantísimo (parafraseo): -Esos, son mecanismos de defensa, que surgen como una acción humana adaptativa, para responder en el futuro a otros grupos considerados hostiles y por ello los individuos son reducidos a etiquetas (estereotipos)-

 

Asiento con la cabeza ante ella y afirmo: ¡Si!, es válido defenderse. Ahora bien, cabe preguntarnos: ¿Cuando la defensa se vuelve una ofensiva permanente a través del prejuicio subjetivo, podríamos atacar equivocadamente a quien no lo merece?. 

 

Por otra parte, ¿Si esa actitud de generalización subjetiva se masifica, no crees que en algún momento podrías recibir un ataque inmerecido?

 

Con esos ataques “subjetivos” a quienes no corresponden, vamos construyendo una sociedad de odio, porque a diario cobramos cuentas a algunos, por lo que otros hicieron. De hecho, si estuviéramos en un tribunal “serio”, ¿es suficiente prueba para ser juzgado y etiquetado: haber nacido en una clase social, ser de un género, de una edad, de un estilo, de un grupo o de una región?

 

Por esas generalizaciones, a veces pagamos nosotros, los platos rotos de nuestra pareja en su matrimonio anterior. ¿Es eso justo?. (valga el humor como ejemplo, a pesar de la seriedad de nuestra realidad). 

 

Venezuela está polarizada entre dos bandos que se juzgan y se atacan, sin un sólo ápice de objetividad. Cada uno se queda en su trinchera mental y emocional, juzgando al otro por lo que interpreta, la mayoría de las veces por “hechos” aislados para justificar lo que dicen.

 

Piénsalo, en los barrios también hay gente honesta y trabajadora, que sólo quiere apoyo para resolver sus problemas… Pero en las empresas también hay empresarios correctos, que pagan lo justo y que se preocupan por el bienestar de los trabajadores… Y en las instituciones públicas también hay empleados que trabajan con profesionalismo…

 

En el mundo de la pareja, también hay hombres y mujeres disponibles, que quieren hacer las cosas con amor… Ahí están, se debe mirar mejor, con otros lentes y en otros lugares…

 

Entonces, ¿Quieres paz? Empieza por ser más objetivo(a) así:

 

–       Deja de repetir: “genéricamente” los insultos que otros dicen y que Luisa Elena cita también en su artículo, tales como: “fascista”, “apátrida”, “oligarca”, “tierrúos”, “brutos”, “ignorantes”… Son generalizaciones, además algunas conceptualmente mal empleadas.

 

–       Haz retweet o comparte noticias en facebook, sólo si primero verificaste que la fuente es cierta. Hay mucha manipulación. La gente con objetividad verifica primero.

 

–       Juzga a los dirigentes políticos por sus “hechos”, no por lo que dicen o por sus doctrinas. Usa la lógica y piensa bien lo que te dicen, antes de comprarles una idea, más si esa idea te invita a señalar a alguien. Si algo no te cuadra, NO lo asimiles y menos lo divulgues.

 

–       ¡Analiza bien, piensa siempre! ¿Hay algo en lo que mi contraparte tiene razón y es conveniente asumir que si la tiene, porque los hechos nos afectan a todos?

 

–       Antes de señalar culpables, analiza ampliamente. Piensa, usa la lógica y cuidado con los silencios cómplices…

 

La realidad tiene hechos que deben ser observados con “objetividad”, no con ceguera, ni fanatismo, de lo contrario, puede haber un momento en que sea demasiado tarde… para todos. 

 

¿Quieres que las cosas mejoren? ¿Quieres que haya paz? Se más objetivo(a) y pregúntate: ¿En qué coinciden objetivamente tus contrarios y tú? ¿Qué puedes valorar genuinamente en sus puntos de vista ? ¿Qué puedes juzgar objetivamente en las acciones de los tuyos?

 

¡Ayúdame a difundir este artículo! Necesitamos dialogar con más objetividad… Empieza tú por tu lado.

 

Nos vemos en cada sueño por construir

 

Gabriel Ruda – Conferencista Internacional / www.gabrielruda.com – Twitter: @gabrielruda

 

P.D. Si quieres leer el artículo complementario a este, de Luisa Elena Sucre, haz click aquí

 

 

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