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El odio como política de estado

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Los que vivimos en Venezuela, nos encontramos a diario con escenarios donde la polarización política afecta nuestro bienestar de múltiples maneras. Amistades que se pierden, familias que se dividen por la cuestión política, problemas laborales, todos son casos que ya forman parte de nuestra cotidianidad. Pero, ¿Cuál es la razón de este comportamiento? ¿Por qué no recordamos nada similar previo a estos 16 años de revolución?

En estos días de revueltas sociales, protestas, guarimbas y represión, se hace más evidente la división que sufre la sociedad venezolana, nos toca de cerca el efecto devastador de este “odio político”, sin embargo, no es natural ni es una consecuencia de la lucha de clases como nos venden desde uno de los bandos. Esta mutación que vive la sociedad venezolana ha sido cuidadosamente diseñada y ajustada para cumplir un propósito político, mantener en el poder a los que en el poder están.

¿De dónde venimos?

Durante los 40 años del bipartidismo, el desarrollo económico e industrial en las grandes ciudades de Venezuela, aunado a las pobres condiciones de vida en los campos y las provincias,  promovió un éxodo de venezolanos a las capitales del país. Una parte de esas generaciones  de los años 60 y 70 logró formarse en universidades públicas y convertirse en profesionales a pesar de su origen humilde en el interior venezolano. Mientras el país crecía aceleradamente, en las periferias de los centros económicos del país iban naciendo los barrios pobres. Los gobiernos del bipartidismo fallaron estrepitosamente en ofrecer bienestar a esta masa cuyo crecimiento desmedido y sin planificación tuvo consecuencias que aún sufrimos como sociedad.

El resultado de esta división socioeconómica y cultural fue, una clase media profesional que durante 40 años disfrutó de beneficios acorde a sus esfuerzos, un profesional podía planificar una familia, podía acceder a bienes muebles e inmuebles en zonas “privilegiadas”, y sin duda podía cerrar los ojos a la realidad del barrio sin que esta afectase directamente su buen vivir.

La otra cara de la moneda es el pueblo pobre, sus carencias se hacían cada vez más profundas, su invisibilización en la cuestión pública y la insuficiente inversión social hacían cada vez más difícil la coexistencia pacífica en el país.

Fue la oportunidad de oro para que Hugo Chávez, con un discurso exclusivamente dirigido a los pobres irrumpiera victorioso en la escena política, luego de su golpe de estado fallido, ganando unas elecciones y empezando el llamado Proceso Revolucionario o Quinta República.

Desde el chavismo y los sectores populares

Luego de este breve recorrido histórico volvemos al tema del odio de clases, esto se resume a un solo factor, los números. En la actual composición social del país, la mayoría de las personas son básicamente pobres, obreros, trabajadores o como dirían los socialistas rusos del 17, el proletariado. Entonces, el discurso y la propaganda oficial se dedicó a identificarse con este segmento poblacional mayoritario, pero para sostener el apoyo de esta masa en el tiempo era necesario cohesionarlos detrás de varios objetivos de los que sentirse amenazados, y estos “enemigos del pueblo” señalados siempre desde la cúpula oficialista no cambian, son el imperio norteamericano y la clase media opositora. El gobierno se dedicó por años, discurso a discurso, a penetrar los sectores populares con la idea de que sus condiciones de vida eran  consecuencia del bienestar de los demás. Usando términos clásicos del socialismo soviético marcaron a la clase media con el mote de “burguesía” y la señalaron de ser los causantes del malestar del proletariado a causa de la explotación capitalista.

 

Desde la oposición y la clase media

No caben dudas que la clase media ha sido uno de los sectores más vilipendiados desde la postura oficial, desde insultos hasta medidas en su contra, la clase media ha sido bastión opositor durante todos estos años de revolución. El deterioro económico hace ahora imposible para este segmento de la sociedad, cumplir metas que históricamente eran su objetivo de vida. Casa propia y vehículo propio son dos elementos que los nuevos profesionales universitarios no pueden obtener, vivir de un sueldo se volvió sobrevivir. Sin profundizar en detalles, y siendo esto absolutamente debatible, los pobres vieron mejorar en cierta forma su calidad de vida con la revolución mientras que la clase media se diluyó con la inflación y la imposibilidad de tener acceso a bienes que la pasada generación de clase media pudo obtener no hace tantos años. Sumen eso a una constante agresión desde el oficialismo y tenemos la fórmula de la división político-social en Venezuela.

¿Cómo utilizan el odio entre venezolanos?

Es público y notorio la exacerbación del odio por parte del discurso oficialista, mientras el proceso bolivariano más insulta a la clase media, más es el rechazo visceral de esta ante los atropellos. Y en consecuencia el rechazo casi automático de cualquier medida oficialista. Eso es oro para el aparato gubernamental de propaganda, por eso hacen fiesta cada vez que graban la molestia de una señora furiosa en el este de Caracas, por ejemplo. De esta forma el gobierno impide eficazmente que sus bases populares, a pesar de su evidente descontento por la crisis, cambien su postura política en apoyo a propuestas opositoras. Ya que se ven insultados por los mismos que los necesitan para crecer y cambiar la realidad política. Esa división racial, económica, política y cultural que promueve el gobierno le genera aún grandes dividendos electorales. El odio es el seguro de vida de la revolución.

Si logramos derrotar el odio de clases, estaremos más cerca de un cambio sustancial en Venezuela,  en los próximos escritos ensayaremos al respecto.

Cesar F. Rivas. A

nilasbalas.wordpress.com

@fallvarado

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