Estamos en un autobús. Hay 30 personas con nosotros además del chofer. El chofer conduce a toda velocidad por una bajada, notamos que está borracho. 12 personas (40% de los pasajeros) no se han dado cuenta ni les importa, están en «la cocina», también borrachos y bailando reguetón, o quizás están ideológicamente comprometidos con que este es el mejor chofer posible, o la mejor ruta a seguir y no importa más nada. Otras 14 personas (45%) se dan cuenta pero no hacen nada. 4 personas (15% ) comienzan a marchar, y de esos 1 persona (3%) comienza a guarimbear.
Es obvio que el autobús debe parar y debemos cambiar al chofer. Pero más del 50% cree que debemos esperar hasta la próxima parada y hacer un referendum a ver si cambiamos al chofer (que a lo mejor sigue, porque el chofer es quien regala la curda y pone reguetón bien alto, lo que le gusta a muchísima gente; controla la radio y es el que cuenta las papeletas).
¿Qué hacer?
Yo digo seguir con las protestas e informar a más personas del motivo de estas, hacerlas masivas y hacer que el autobús pare y cambiemos de chofer.