Entre el catecismo de Marx y las enseñanzas de Sai Baba, el heredero de la revolución surfea en una mar de creencias contrapuestas. Por un lado venera al líder religioso de Puttparthi -señalado de pederasta y multimillonario a costa de la fe de los demás- y por otro se declara católico antiimperialista y amigo de Fidel Castro. Un excapitán que hoy funge de asesor espiritual y atiende en un hotel cinco estrellas fue quien lo condujo por esos rumbos
* Trabajo publicado en la edición 255 de la revista Exceso
Rubén Machaen
A mediados de 2005 la circulación de una foto empezó a generar ruido en las entonces nacientes redes sociales: Nicolás Maduro, en aquel momento canciller de la República, acompañado de su compañera sentimental, Cilia Flores, visitando a Sai Baba en su ashram particular en Puttaparhi, la India. A oficialistas y opositores les llamó la atención ver al entonces canciller, en su juventud militante de la Liga Socialista, formado en Cuba y célula preponderante de la izquierda a fines de los ochenta, a los pies de un líder religioso que profesaba paz, amor y pluralidad de pensamiento.
La inmersión de Nicolás Maduro en el saibabismo responde a un nombre: Cirilo Enrique Rodulfo, excapitán de la milicia venezolana (egresado de la misma promoción del ex ministro de defensa, Raúl Salazar) y luego devenido guía espiritual de altas pesonalidades en Estados Unidos y Venezuela.
Su estancia en las tierras del Tío Sam lo posicionó como pilar significativo dentro del régimen de Hugo Chávez, Valiéndose de su influencia, logro que su hijo -entonces un joven de apenas veinte años-, portara documentos y vehículo diplomático a expensas del hoy extinto consulado venezolano en Miami. Previo a su definitiva clausura se detectaron diversas irregularidades en la emisión de documentos y telefonía diplomática e incluso, la postulación de Cirilo Enrique Rodulfo (hijo del excapitán, de nacionalidad estadounidense) como cónsul.
Hoy, en la era de las redes sociales, pocos son los rastros de Rodulfo. La cuenta de Twitter@saiprofe en cuya biografía se define como “Parapsicólogo Internacional, Hipnoterapeuta, Mentalista, Asesor Espiritual y seguidor del Amádisimo Maestro Sathya Sai Baba” (sic), es la única cuenta comprobable y su última actualización está fechada del 20 de septiembre de 2012.
Entre el imperio y la revolución
Antes de sumarse a las filas del chavismo, Rodulfo fue el guía espiritual de Carlos Méndez, director del diario El Venezolano con sede en Miami. Actuamente se pasea entre Florida y Caracas; en la capital venezolana se hospeda y ofrece consulta desde el hotel Marriot, en la urbanización El Rosal, pero en la recepción no dan mayor razón de él.
– Nadie contesta en la habitación, ¿desea dejar un mensaje?-dice la voz al otro lado del teléfono.
– ¿Puede comunicarme otra vez?
Y la historia se repite.
Bien custodiado por milicia motorizada, cuando Rodulfo no está en suelo bolivariano, se pasea en Miami como un ciudadano más. Títulos de propiedad y registros de impuestos dan fe de una extensa vida crediticia del excapitán del ejército
La compra de una casa en la urbanización El Doral en el año 2000 a nombre de Rodulfo, testimonia su estancia. Desde Miami, una corredora de bienes raíces, que prefirió no identificarse, explica que la propiedad fue comprada “por 240.000 USD y luego, en 2010, hicieron un cambio de título de propiedad. En Florida necesitas hacer una compra ficticia para camiar de título, por eso aparece que la casa fue comprada en 2010 por 100 USD. Acorde al Estado, hoy la propiedad tiene un valor superior a los 360 mil dólares”.
Los récords financieros de la familia Rodulfo están expuestos en las bases de datos estadounidenses. Rodulfo Junior posee dos negocios en Florida: BIstro Market LLC y Rodu Empire Corporation; ambas compañías registradas bajo una misma dirección: su domicilio, 320 Street, Miami Avenue, 2512, Miami Fl, 33130.
Bajo la estela protectora de la revolución y los recovecos de la religiosidad, la familia Rodulfo está perfectamente asentada en Miami. El excapitán pagó en impuestos, los meses de noviembre y diciembre de 2012, saldos de 5.000 USD y de enero a marzo un total de 15.849,39 USD. Y su hijo, otros 15.375,12 USD, de acuerdo con documentos oficiales. Para la abogado Rocío San Miguel, el caso de Rodulfo, a pesar de “curioso”, debe ser tratado con mano izquierda. “Un activo militar, una vez que se retira, puede dedicarse a la actividad comercial sin ningún problema, pero lo sensacional del caso es que un hombre de armas se convierta en un líder espiritual de esas características, afirma. Raúl Salazar, ex ministro de Defensa, recuerda con gracia a Rodulfo. “Era un hombre de 1,75 o 1,77 de estatura, rubio, de ojos claros y un estudiante promedio”, dice. Para Salazar, lo curioso del caso vino después de la retirada de Rodulfo del ejército. Entre risas, comenta su impresión el día que uno de sus compañeros de armas sacó a la luz el nuevo oficio de Rodulfo. “Por aquella época, Celia Cruz era dueña de una de estas líneas 0900 que adivinaba el futuro; Cirilo era uno de los que atendía el teléfono y hacía el ritual de vidente”.
– ¿Mostró alguna de esas inclinaciones en su paso por el ejército?
– Nunca. Fue después que le dio por ahí.
– ¿Supo algo más de él?
– Jamás. Hace más de treinta años no lo veo. Debe tener unos 75 años ahora.
El inquebrantable hermetismo del hotel Marriot mantiene fuera de foco el rostro del excapitán y presunto asesor espiritual del nuevo Presidente de Venezuela. A sabiendas de las variopintas creencias religiosas de los miembros activos de la Fuerza Armada venezolana, la presencia de Sai Baba en los credos del alto mando es solo un nombre más dentro de una lista que parece no terminar, mientras que el nombre de Rodulfo mantiene, todavía, un anonimato quizás envidiable.
Si Rodulfo es o no asesor espiritual del Mandatario es algo envuelto en el misterio. Pero no tanto como la serie de denuncias que han recaído sobre Sai Baba y su millonario imperio.
Santo pederasta
Cientos de denuncias, particularmente del actor sueco Conny Larsson y el estadounidense Tal Brooke; documentales producidos en Europa y América Latina una inacabable lista de portales digitales muestran a Sai Baba no como la reencarnación de Dios, sino como “estafador” y “pederasta”.
Brooke, quien perteneció a las filas de seguidores de Sai Baba y compartió varios meses en su compañía, escribió en 1982 el libro Avatar de la noche: El lado oscuro de Sai Baba, en el que desglosa sus experiencias con el gurú indio desde su llegada al pueblo Puttaparthi hasta la caída del falso ídolo cuando, como afirma, fue víctima de abuso sexual.
Martín Caparrós, periodista y escritor argentino, fue el primer reportero latinoamericano en viajar hasta el núcleo del saibabismo y, al saber del libro de Brooke, quiso hacerse de él. Ahí la misión se complicó: el libro estaba agotado en todas las librerías. “¿Quién querría desaparecer ese libro de los anaqueles con tanto ahínco y por qué?”, se preguntaba el escritor porteño, arrojando otra interrogante a modo de mofa sobre el obvio enriquecimiento del gurú indio y su colección de automóviles: ” Si cualquier gerente de una multinacional los tiene, ¿por qué no puedo tenerlo yo que soy Dios?”. Sus preguntas fueron contestadas en el libro que escribió: Dios mío. Un viaje por la India en busca de Sai Baba, consecuencia de una extensa investigación.
Desde la publicación del libro de Tal Brooke hasta la actualidad, las denuncias y reclamos no se han hecho esperar. Testimonios como el de Jeff Young, norteamericano que presidiera la Organización Sai en el sur de Estados Unidos y Hari Sampat, miembro voluntario de seguridad interna del ashram de 1992 a 1995, declaran desde “haber escuchado actividades pederastas”, hasta haber sido abusados sexualmente. La acumulación de denuncias de este estilo ha provocado la clausura de diversos centros Sai en América y Europa así como incesantes recursos introducidos en instancias legales.
Pero en Venezuela sigue muy viva.
La inocencia de la fe
– Se pueden quitar los zapatos, por favor- dicta una voz amable que hace las veces de anfitriona del apartamento devenido en santuario.
Son casi las seis de la tarde y las puertas del edificio Acapulco del bulevar de Saba Grande se abren para dar paso a la congregación de fieles que semana a semana se reúne para dar alabanzas al controversial personaje indio que, en 1940, se proclamó como la reencarnación de Dios y bajo el manto de la fe de sus seguidores logró erigir un imperio religioso y económico que trascendió las fronteras orientales de su natal Puttaparthi y que hoy cuenta con millones de seguidores en todo el mundo.
El apartamento lateral del primer piso perteneció a Arlette Meyer, y la iniciativa de hacer de su casa el primer centro Sai Baba de Venezuela surgió en 1973 cuando ella visitó la casa y templo de Sai Baba y él en persona le encomendó dar a conocer su doctrina en Venezuela. A comienzos de los ochenta se concretó la primera congregación de fieles que, desde entonces, no ha cesado.
Quienes frecuentan el ritual ya se han descalzado; los novatos hacen gesto de sorpresa y proceden, mientras observan la docena de retratos de Sai Baba a su alrededor, a despojarse también de sus zapatos. Todos sonríen y los ademanes de amabilidad y condescendencia están a flor de piel. Cuadros con la imagen del gurú, tarjetas postales, prendedores, llaveros, pulseras y collares alusivos al saibabismo impregnan el lugar junto a un fuerte olor a incienso. Al fondo, una gigantografía de la imagen de Sai Baba recibe a sus fieles.
Más allá del fetichismo en torno a la imagen de Baba, sus seguidores interactúan con cariño y familiaridad. Abrazos van y besos vienen y la llegada de un hombre de unos cuarenta años y 1,70 de estatura emociona en el pasillo del apartamento.
– ¿Tú no estabas en Puttaparthii?-pregunta una mujer sonreída y de brazos abiertos.
– Volví hace un mes. No te imaginas la experiencia…-contestó el hombre, tocándose un collar con la imagen de Baba en el cuello.
Mientras, el resto se ponía al día con sus cuentas en la compra de libros referentes a su líder, el hombre explayaba su experiencia en la India, donde además de conocer a su dios -y verlo cantar, recalcaba- pudo compartir con él diversas experiencias, presenciar materializaciones y estar ahí, en el ashram, en el último aliento de su Dios. Un silencio espeso se apodera del hombre y la mujer hasta que ella decide romperlo y espeta:
– Pero volverá-
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