Apuntes sobre la moral y el mainstream de la corrección política

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«A veces la conciencia tiene que hablar con sordos.» Ramón Alvarado.

 

I. Sobre el Aspecto Moral

La moralina inherente a un amplio sector políticamente correcto de la sociedad afirmaría, sin preguntarse absolutamente nada, que negarle el AZT a quienes sufren de HIV es inmoral, también calificarían de inmoral y asesino el tumbar un avión de pasajeros. Los imperativos kantianos son un poco más complicados. Vamos a examinar dos ejemplos.

Cuando se empezaron a desarrollar los primeros antirretrovirales para el tratamiento del HIV se tenía que elegir entre darle a todos el medicamento experimental o dárselo sólo a un grupo de estudio que además debía ser dividido en dos, uno de los cuales recibiría la medicina real y el otro un placebo. Algunas personas podrían pensar que resultó inhumano trabajar con estos protocolos de investigación médica/farmacéutica negándoles el acceso a una medicina experimental a quienes no entraran en el estudio y además, también, a quienes estuvieran en el grupo control (quienes recibían el placebo). Ese simplismo que supone preguntarse ¿por qué no le dieron el AZT a todos? ¿Cómo es posible que los hayan dejado morir? Es fácilmente refutable: si tal cosa se hubiera hecho habría sido imposible determinar la eficacia de la droga y la evolución de los antirretrovirales que terminaron salvando mucha más gente en el mediano y largo plazo. De hecho hoy día cualquier caso de HIV (quizá salvo alguien con un SIDA terminal) es tratable y curable.

Imagínese ahora que usted es el Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica y hoy es 11 de septiembre de 2001. Luego que se estrella el primer avión en una de las torres del World Trade Center usted recibe una llamada del Secretary of Homeland Security (Secretario de Seguridad de Estado) quien le informa que un segundo avión se dirige hacia la otra Torre Gemela. Usted tiene una decisión entre sus manos, derribar el avión con cerca de 300 personas o permitir que el avión se estrelle con lo cual morirán no sólo todos los ocupantes del avión sino, además, cientos de americanos inocentes dentro del WTC. Usted decide, quienes van dentro del avión están muertos en cualquier caso, sin embargo en sus manos está salvar a cientos o miles de personas que no tendrán chance de evacuar el edificio en menos de 15 minutos. Recuerde que su inacción/omisión es también una decisión que tendrá consecuencias, entre sus posibilidades no está delegar la decisión y «lavarse las manos» como Poncio Pilatos. Es SU decisión (o la ausencia de alguna) la que significará si morirán «unos» o «unos y otros».

Ortega y Gasset afirmó «yo soy yo y mi circunstancia», Hipócrates dijo «For extreme diseases, extreme methods of cure, as to restriction, are most suitable», que luego se tradujo a «desperate times call for desperate measures» y de allí al proverbio «In adverse circumstances actions that might have been rejected under other circumstances may become the best choice.»

El más elemental de los valores morales, el respeto a la vida, y su consecuencia directa, «no matarás», debe ser analizado dentro del contexto de las circunstancias; matar a alguien en legítima defensa no solamente no es inmoral, sino que está absolutamente justificado desde todo punto de vista humano y exento de responsabilidad penal. Pero no es solamente la legítima defensa la única tesis lógica, moral y jurídica que se debe advertir acá, el «Estado de Necesidad» también está definido en la doctrina y en el ordenamiento jurídico vigente como una conclusión necesaria a lo dicho en al párrafo anterior. En este orden de ideas es conveniente recordar que en 1992 (cuando había algún resquicio de separación de los poderes públicos en el país y algún rastro de maltrecha democracia) el Estado de Necesidad fue el argumento de la defensa de los militares implicados en la asonada golpista del 4 de febrero. El sobreseimiento de la causa, que no indulto como algunos afirman, fue la consecuencia de que muchos venezolanos vieran con buenos ojos el golpe. Hugo Chávez junto con sus conmilitones habían sido absueltos en gran parte de la opinión pública, alguien finalmente en Venezuela había reconocido responsabilidad por sus acciones, y ese gesto de «valentía» de sus declaraciones en TV (¿acaso tenía otra opción luego de haber sido capturado? ¿Podía decir «yo no fui»?) le valió como capital político no sólo para salir de Yare sino, además, para ascender como la espuma cuando anunció su candidatura a la presidencia de la república en 1998. Pero no nos desviemos, lo único que buscamos ilustrar con lo anterior es que la historia no se cuenta hacia adelante salvo que usted tenga vena de Profeta, no se puede fabricar la historia sobre el futuro y los determinismos no son argumentos válidos.

A la gente generalmente no le gusta plantearse este tipo de escenarios porque la realidad en ocasiones es demasiado cruel, pero derribar el segundo avión es moralmente válido dentro del marco del Estado de Necesidad. Se entiende que el acto se hace para salvar más vidas de las que costará la omisión/inacción, igual que en el caso del AZT.

 

II. Corrección Política y el Mainstream de la Opinión Pública Opositora

Desde esta tribuna vemos con tristeza y no poco desaliento como un sector no despreciable de la opinión pública es incapaz de comprender las consecuencias de tener al G2 metido desde el SAIME (control en la identificación de ciudadanos), en Registros y Notarías (control de todas las operaciones mercantiles entre particulares), pasando por los cuarteles donde hoy día se iza impunemente en el acto más vendepatria de nuestra historia comtemporánea la bandera cubana (contención y control de las FAN), y hasta los puertos y aeropuertos del país (control sobre las importaciones).

Nadie en su sano juicio puede estar a favor de una guerra civil, mucho menos cuando se está del lado que lleva todas las de perder, el nudo gordiano aparece cuando se examinan las opciones reales existentes en Venezuela para impedir el avance del socialismo totalitario del siglo XXI.

Los moderados y electoralistas, por su parte, proponen que trabajemos en la construcción de una mayoría de cara al 2018 mientras el totalitarismo socialista avanza en su ya casi absoluta hegemonía comunicacional (básicamente lo único que nos queda es internet y según comenta Alfredo Meza en su twitter el gobierno se habría reunido anoche 12/03/2014 con todos los proveedores de internet del país para exigirles control directo y automatización sobre las páginas que deben ser bloqueadas, entre ellas twitter y youtube), mientras continúa el adoctrinamiento desde preescolares, pasando por educación primaria, media, diversificada y todas las instituciones de tercer nivel que dependen directamente de los detentadores del poder, sin olvidar por supuesto que ese mismo proceso de alienación ocurre en todas las Academias Militares del país, mientras las condiciones electorales son cada vez más adversas, mientras el sojuzgamiento, la opresión y su cara visible la represión convierten los derechos civiles y políticos en entelequias, mientras las condiciones electorales lejos de garantizar una elección mínimamente justa y viable continúan su mutación sin prisa pero sin pausa hacia la institucionalización de las elecciones como instrumento de legitimación de una democracia totalitaria (con o sin demos real, eso no importa).

Desde esos espacios se censura a todo aquel que desee forzar una salida política -por cierto avalada por la propia Constitución en sus artículos 25 y 333, sin mencionar el 350 que es en realidad un derecho supraconstitucional, inalienable e irrenunciable: el derecho a la rebelión- que no pase por unas elecciones y entonces se advierte, paralelamente, que primero hay que construir la mayoría para ganar tales elecciones. Ese razonamiento sería válido si y solo si estuviésemos enfrentando a una democracia tradicional, es decir, no se comprende que el asunto no es tener elecciones para recuperar la democracia, es recuperar la democracia para tener elecciones. El daño que ha significado permitir la alienación y el adoctrinamiento de un sector importante de la población que está dispuesto a entregarse sin remilgos a la dictadura cubana antes que admitir el fracaso de su revolución es realmente grave y podría ser irreversible si decidimos esperar hasta el 2018.

Lo contrario de la inacción/omisión (que podría considerarse criminal dado lo que está en juego) invita a comprender que probablemente no tengamos 4 ó 5 años más para buscar «salidas óptimas». Mucho me temo que existe una negación generalizada de comprender realmente lo que estamos enfrentando a mediano y largo plazo. Que no se diga jamás que no se hicieron advertencias a tiempo.

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Cuarto hombre en pisar la Luna, promotor de un concurso estudiantil para primaria y secundaria llamado "La Craneoteca", único estudiante en obtener 20,5 puntos en un examen de Cálculo Diferencial e Integral, empleado de la CIA (aun en espera del primer cheque), ex-delegado de curso por votación y luego por desierto de candidatos, ex-columnista del Diario "El Carabobeño", aprendiz de escritor de poesía, amante de la música de Silvio Rodríguez pero no de su filiación político-ideológica, uno de los que leyó "La Generación de Relevo vs. El Estado Omnipotente". Ah, y también abogado de la república, creyente del concepto de justicia de Ulpiano como la constante y perpetua voluntad de darle a cada quien lo que le corresponde.

3 Comentarios

  1. La pregunta que provoca este artículo es, ¿y entonces, cuál es el camino? No tenemos armas, ni la disposición de luchar por esa vía. ¿Ideas? Parecen poco efectivas. La resistencia pacífica o la sumisión….

  2. La resistencia civil no violenta es una alternativa viable a nuestra realidad, y quizá sea la única forma de escalar el conflicto para provocar esa salida política que se menciona en el artículo.

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