Me encontré con el comentario angustiado de una chavista que ha sido acusada de «sapa» y amenazada de muerte por una organización anónima. Vi también el reclamo de un fotógrafo oficialista que se queja de haber sido caceroleado por sus vecinas, y amenazado de muerte por un grupo de manifestantes. Vi a la Defensora del Pueblo viajar hasta Ginebra, para defenderse a sí misma de lo que considera son agresiones por parte de la opinión pública. Y así, van las conversaciones entre la gente que todavía apoya al gobierno.
A veces, me parece que su principal motivo (si es que no es el único) para ofrecer su respaldo al régimen son las agresiones de la que han sido víctimas. No la buena gestión gubernamental. Ni las condiciones en que vivimos los venezolanos en nuestra tierra. Tampoco las oportunidades que ofrece el gobierno en el futuro. Muchos de los oficialistas que conozco basan su apoyo al gobierno en el reconcomio que sienten por las agresiones de la oposición.
Entiendo su resentimiento y quizás lo peor es que, de alguna manera, lo comparto. Siento lo mismo que ellos, pero hacia otra gente: también he sido discriminada por mi orientación política. A mi me insulta y me amenaza el Presidente en cadena nacional. Funcionarios golpean y torturan a quienes opinan lo mismo que yo y legítimamente levantan su voz en protesta. Y no olvidemos que los malandros no amenazan con la muerte. Ellos matan y ya.
Lo cierto es que la mayoría de los venezolanos estamos siendo amenazados y maltratados. Estamos resentidos y tenemos miedo.
Nos toca tratar de entender que esto es un factor en común de los venezolanos, y que es algo que podemos usar como amalgama de esfuerzos.
¿Quién es el responsable de la seguridad ciudadana? ¿Quién es el responsable del sistema judicial? Hacia allá debe ir el reclamo de todos los que nos sentimos afectados.
Me encantó la propuesta que hizo Jonny Montoya, hermano de Juancho Montoya, para CNN en español: hay que olvidarse de esa división entre Chavistas y Escuálidos. Vamos a clasificarnos en Corruptos y Honestos.
Seguramente, así canalizaremos mejor nuestro enfado, nuestro miedo y sobre todo, nuestro esfuerzo en sacar a Venezuela de la crisis que estamos viviendo.