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¿Socialismo?

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Socialismo significa la abolición de la propiedad
privada, el lucro y el intercambio voluntario.
Significa la organización de la producción y
distribución de bienes y servicios –es decir, de los
frutos de la invención, la innovación, pensamiento,
riesgo, talento y mano de obra humanos– por los
planificadores políticos que supuestamente saben
lo que la gente necesita y la manera de satisfacer
esa necesidad. Significa la expropiación y reparto
de la riqueza de acuerdo al sentido de valor de
esos planificadores.

El socialismo puede ser entendido por cualquier
niño. Es tomar las cosas de otras personas. Es
también la impulsiva e ignorante masacre de la
gallina que pone los huevos de oro. Esa historia es folklórica y
duradera, sin embargo, precisamente porque refleja
algo profundo en la naturaleza humana. Por lo
tanto, sólo se podría realísticamente hablar de un
“después del socialismo” si uno eliminara la
envidia, el resentimiento, la fuerza, el
irracionalismo y la ambición política de nuestros
asuntos. Eso, sin embargo, sería en otro mundo.

No será difícil –ya no es difícil– para el
socialismo cambiar su nombre ahora un poco
pintoresco, donde sea necesario, y seguir forjando
el resentimiento, ambición, la fantasía y la manía de
planificar las vidas de las otras personas como una
potente agenda política, económica y cultural en
última instancia. El sueño total y la religión
milenaria del socialismo del siglo XIX tal vez ya no
mueva masas, jefes, o mártires, pero sus
subyacentes impulsos y valores siguen siendo
potentes y activos.

Fuente: Puede haber un después del socialismo de Kors, Alan C

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