El patriotismo es muy subjetivo, resultado de un accidente. Los gobernantes adoran dirigir esa subjetividad a su mandato, no a la patria. Si este se bautiza con chovinismo, mucho mejor. Los políticos solo ven patriotas en sus defensores, pero no en la expresión del dolor que no distingue partidos, y que, precisamente: lo sufre la patria.
Hace años existe una moda populista de catalogar movimientos fascistas, partiendo de dónde no los hay. Esto se logra introducir al púlpito por medio del adoctrinamiento y fe patriótica. El fascismo es una ideología que pretende poner en subordinación a los individuos frente al estado. Aplicando un fuerte nacionalismo de patriotas enardecidos, crea enemigos en quienes no están de acuerdo con su proceder. Es un totalitarismo que persigue a todos aquellos que se revelan ante su mandato. Precisamente, quien puede ejercer el fascismo, es el estado, pues es la entidad que cuenta con las armas, los medios de comunicación y las amenazas de despido para poder sublevar al pueblo. Mussolini sabía mucho de esto –es el creador del fascismo-, por lo cual, después de obtener logros electorales, evocaba un patriotismo enardecido que tenía como base hacerle creer a la gente que solo los de su bando buscaban el verdadero desarrollo del pueblo; los demás estaban equivocados.
El fascismo es, en resumen: una ideología que pone los sentimientos exaltados por encima de la razón, un absolutismo que doblega a quienes se enfrentan al pensamiento político de turno, para ubicarlos como violentos adversarios mientras se recuerda el furor en la “lucha de clases”, y sus medios hacen una publicidad de victimización para reafirmar que los enemigos son los del otro lado político. Dicho esto, estamos ante unas manifestaciones en Venezuela que, obviamente, no son fascistas. Y aunque evidente, no está de más señalarlo: sus manifestantes no cuentan con el currículo y características del fascismo. Por tanto, no son fascistas. ¿Y apátridas? Pues en las marchas opositoras no adulan y publicitan el nombre de Obama, mientras en las marchas y discursos oficialistas nunca olvidan gritar: ¡Fidel! ¿Quién de ellos podría considerarse apátrida?
Una historia diferente es la que nos cuenta la violencia de varios manifestantes: daños al patrimonio, obstrucción de vías, etc., pero eso es vandalismo, pescas en río revuelto. No es fascismo. Ahora, si la obstrucción es una defensa ante perdigones, y las piedras son improvisados arsenales frente a tanquetas y balas, ya estamos hablando en otros términos. Una institución se recupera, una vida no. Esta última reseña aparece en la cadena TeleSUR, pero del lado que les interesa. Allí los titulares no dejan pasar oportunidad para tildar de “fascista” al manifestante –sea pacífico o no- (ninguno de sus periodistas puede buscar qué es el ‘fascismo’), y solo muestran el lado violento del bando que protesta. Pueden criticar a CNN todo lo que quieran, y todos sabemos de sus errores, pero allí sí han presentado las dos partes de la tensión (1) y, además, no han mostrado júbilo en los rostros de dos periodistas por la revolución y masacre islámica hace 35 años (como sí lo hizo TeleSUR el 11 de febrero), la cual permitió luego la creación del grupo terrorista “Hezbolá”, patrocinando a los yihadistas, entre otros vicios ampliamente violentos. Lo peor es que fueron mujeres quienes reportaron esta conmemoración (2), desconociendo tanto la historia como la misoginia doctrinal islámica. Y así sigue el conflicto político, dos bandos en disputa y un país en llanto.
Recuerda: #HazporVenezuela
Notas:
1. Es solo una pregunta. Fernando del Rincón: http://bit.ly/1cIUx7Y
2. TeleSUR comenta con júbilo: http://bit.ly/1k60jFt
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Primera publicación: http://bit.ly/1mF6bY6
– Cristhian Meneses (Colombia, 1985). Escritor, actor, activista y docente. Autor del libro: Notas rebeldes para un mundo sumiso. Disponible en Amazon:
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VIVA MADURO NO JODA, VIVA MADURO NO JODA