Esta mañana Chacao amaneció tomada por la Guardia Nacional Bolivariana, la Policía Nacional Bolivariana, la Guardia del Pueblo y el Sebin. Manuel Rodríguez Torres, Ministro del Poder Popular para las Relaciones Interiores, Justicia y Paz a las 5:30AM anunció el despliegue de 660 efectivos para «devolver la paz al municipio».
No apoyo la violencia de las guarimbas, de ninguna forma, pero me vienen muchas preguntas ante esta forma de iniciar la semana, sobre todo por el contexto de violencia generalizada que vive el país y la propaganda de desacreditación de las protestas que ha hecho el gobierno en los medios públicos y en Twitter.
El programa Zurda Konducta hablaba de que «sólo quedaban pequeños focos de la ultraderecha» y que «las protestas cada vez tienen menos apoyo popular». Una teoría que tanto Diosdado Cabello como Nicolás Maduro han intentado forzadamente hacer creer a la opinión pública. Por supuesto que los grupos violentos de la oposición han ayudado al gobierno a la construcción de esta mentira y sin embargo no podemos justificar la negación de la realidad por parte de nuestros gobernantes pues la Venezuela 2014 está muy lejos de vivir en paz y armonía y no porque «un pequeño grupo de la ultraderecha» ha decidido bloquear algunas calles de uno de los municipios del país ni tampoco por el plan delirante de crear inestabilidad para hacer un golpe de Estado.
El país vive una de las peores crisis económicas de su historia y la ola de violencia impune que ha venido creciendo en los últimos diez años, afecta a todos por igual pues la desesperación y la falta de valores es tal que las balas no hacen discriminación de clases ni de razas.
Esta estrategia de negar la realidad para no enfrentarla ya le había servido en pasado a Chávez, quien, en momentos de crisis, regalaba cestas básicas de alimentación o hacía leyes populistas en vivo y directo, y ese mismo guión lo repitió ayer Nicolás Maduro, haciendo un chiste vulgar y machista sobre Capriles tras aprobar veinte millones de bolívares y un millón trescientos mil dólares en medio de una lluvia que repetía las frases del Presidente. El problema es que cada vez hay menos recursos por la alta corrupción de los nuevos ricos que gobiernan y la poca eficiencia al manejar la producción han hecho que el país se venga abajo económicamente, al punto que se han tenido que racionalizar los alimentos por persona, tal como ocurrió en Cuba, y aquí no tenemos la excusa del bloqueo estadounidense.
La gente no es estúpida por mucho que hayan cambiado el sistema educativo, adoctrinando con falsos históricos y parciales, ni tampoco responderá para siempre con los chantajes de las ayudas del Estado que dependen enteramente del gobierno. De hecho, en los últimos resultados de la Encuestadora Datos, se observa que el 53% responsabiliza de la escasez al «Gobierno de Maduro». No tenemos que delirar nosotros por los resultados de una encuesta pero sí podemos ponernos en perspectiva sobre todo comparando estos resultados con las más de 4000 protestas que hubo el año pasado en los sectores populares y las de los últimos cuarenta días, protagonizadas por la clase media alta y también, aunque la propaganda gubernamental diga lo contrario, por la clase media baja.
La pregunta más presente en la cabeza de los venezolanos, chavistas, opositores e independientes, tras escuchar la efectiva movilización de 660 militares de distintos cuerpos del Estado con la finalidad de controlar lo que habían definido «un pequeño foco de la ultraderecha» es ¿por qué tanta desproporción en el uso de la fuerza? Sobre todo porque A) Nos han dicho que no hay peligro ni nadie los escucha y sobre todo B) vivimos el día a día azotados por la violencia en medio de la total impunidad de las fuerzas del orden y las muchas comisiones de paz, planes de seguridad por parte del gobierno y discursos reconfortantes, no nos han bajado la estadística de ser uno de los países más peligrosos del mundo. Y esto no es sólo para una clase pudiente, de derechas, que se resguarda en urbanizaciones cercadas, sino y sobre todo para la gente en los barrios cuyo control lo tienen los terribles «azotes de barrio», criminales que extorsionan, violan, secuestran y asesinan tanto o peor que si van a la cárcel, pues, no es secreto para nadie que nuestro sistema penitenciario parece más un gran conglomerado organizacional para el crimen.
Uno, desde la ignorancia de quien no ostenta el poder, se pregunta qué pasaría si esas fuerzas que ha enviado el gobierno ahora y que se han brutalmente enfrentado a los estudiantes con peinillas, perdigones y bombas lacrimógenas, fuesen enviadas a acabar con el secuestro express y el asesinato.
Los más nostálgicos, aquellos ilusos que recuerdan el perezjimenismo como nuestra época de oro, piensan en lo difícil que era cometer crímenes cuando el Estado estaba militarizado pues había represión por mantener el orden público.
Este gobierno, por su parte, nos ha demostrado lo peor de todos nuestros gobiernos anteriores: la tortura, el asesinato, el uso de la fuerza militar en contra de los ciudadanos, la imposición, el populismo, el uso de los recursos del Estado para la propaganda gubernamental, el control de los medios de comunicación, y etcéteras que se pueden encontrar en la Historia de Venezuela tanto en los años de la dictadura como en los de la mala democracia que tuvimos.
En el discurso de Maduro, quien ayer rogó a Obama que por favor no le hiciera nada y llamó a la paz y al diálogo para enseguida decir que Capriles fue violado por un gorila, y en sus acciones, se nota que algo se le fue de las manos y en vez de aceptarlo para encontrar resoluciones conjuntas, ha decidido la salida que tantas veces hemos visto en los dictadores bananeros: la represión.
Pero la Historia nos enseña que los Odría, que los Trujillo, que los Pérez Jiménez, que los Videla, terminan por cansar al pueblo, de una u otra forma, aunque por supuesto quedarán nostálgicos que prefieran seguir engañándose ante lo evidente. Porque no es posible que con tanto petróleo, todavía haya gente sin vivir dignamente, porque no es posible que con tantas graduaciones militares y policiales, no se logre controlar a la delincuencia.
Aunque los políticos de la oposición sigan el mismo libreto que hace quince años, la gente ha empezado a organizarse y hay una clase diferencia con los que protestamos en 2007 con los que estos días han ido a la calle: con excepción de los grupos violentos, hay mucha disposición por el diálogo, por reconocer al otro sin condenarlo con el fin de resolver los problemas reales y no los que el gobierno nos obliga a escuchar.
El discurso político se ha elevado en las calles mientras el gobierno sigue denigrándolo y haciendo su política de pan y circo. Eso es un bien pues demuestra que el venezolano, en general, siguió adelante y maduró en el intercambio de ideas políticas y el análisis de la sociedad en la que vive. Mientras el gobierno sigue negando al otro, los venezolanos de clase pudiente se han interesado por ver la realidad del barrio y viceversa. Hay un sentimiento de reencontrarse y de volver a aceptarse.
Es necesario capitalizar y unir esa gente que ya se está organizando para convertirla en una fuerza democrática decidida a demostrar pacíficamente la realidad del país: que la mayoría está harta de la escasez, de la delincuencia y sobre todo del atropello continuo por parte de nuestros políticos.
Giulio Vita
@elreytuqueque
#YoEstoyHarto
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