Seguramente les ha pasado que no logran relacionar, que no les pega el nombre de algunas personas con su personalidad y filosofía de vida. Conozco por ejemplo un Pánfilo que es extremadamente divertido y pilas… una Dulce súper amargada y arisca… y un Diosdado que con cada actuación o palabra me recuerda al Demonio. En esos casos quizás hubiese sido mejor esperar que pasaran unos años después de nacidos para bautizarlos, con o sin agua bendita, y asignarles un nombre de pila. Probablemente a los 3 años ya el chamito le habrá cortado el sonido del micrófono a la maestra del Pre escolar, para evitar que felicitara a un compañerito que lo había hecho mejor que él. A los ocho es posible que haya “montado su primera olla”, plantando matas y flores en el apartamento del vecinito, para que acusaran a otro de trasquilar el jardín del edificio. Finalmente a los doce no importaba las pruebas que la mamá le enseñara de una nueva fechoría a la hermana o a la pobre señora que ayudaba en casa, daba igual si la boleta venía con ocho o seis materias raspadas, la respuesta era siempre la misma: una risita súper cínica, seguida de un intempestivo ataque de rabia expulsando a la madre del hogar, para pretender colocar en su lugar a una tía tan maluca y endemoniada como el sobrino. Para ese momento la conclusión sería obvia: no podemos ponerle Diosdado a este niñito!
Pero no es la selección poco atinada de un nombre el objeto de este artículo; sin duda las personas son bautizadas conforme siempre a la buena fe, sin pensar en las vueltas que da la vida. Sencillamente me tomé la libertad de comenzar este ensayo con la reflexión impelable para muchos venezolanos al escuchar hablar a este personaje en cualquier rueda de prensa, entrevista o ese programa de televisión cuyo nombre si refleja a cabalidad la violencia del contenido ofrecido. Lo que motiva mis párrafos en esta ocasión es una afirmación que, de manera repetida, casi a manera de dogma o profecía de Nostradamus, lanza el mal nombrado con la misma actitud de un caballo desbocado: “convénzanse, métanselo en la cabeza señores de la derecha… Ustedes MÁS NUNCA volverán a gobernar este país”.
A raíz de esta afirmación, mil veces repetida, y ante una evidente “torta” de país por el lado que quiera usted analizar la gestión de gobierno, estoy por pensar que le salió competencia a Reynaldo Do Santos, pero este profeta le vaticina maravillas al oficialismo. Algo de esperarse; en un país evidentemente polarizado tiene que existir, además de encuestadoras, un profeta jugando para cada bando. Llamémosle Dos Diablos, para diferenciarlo del primero. Y este señor, seguramente desde los mismísimos Estados Unidos, porque los rojos rojitos son siempre bien osados, ha compartido con sus panas algunas visiones que le permiten por ejemplo, a Diosdado, afirmar que la revolución continuará gobernando los destinos del país per saecula seculorum.
Quizás anoche mismo les dijo que en seis meses Maduro será idolatrado por millones de enfermos venezolanos, porque gracias a él pudieron recibir sus tratamientos de quimio terapia, sus diálisis renales, sus cirugías cardiovasculares, un sencillo parto “ a tiempo”. Pero como buena copia del brasilero se cubrirá las espaldas, y señalará entonces que esa visión se cumplirá si y sólo si el Parque del Este, el del Oeste, La Gran Sabana, el Yacambú, Sabas Nieves y los Medanos de Coro se llenan de deportistas preocupados por su salud. Paso dos, si no hay un carro blanco estacionado frente al Pérez de León, y paso tres, si ningún camillero falta a su guardia durante los seis meses colocados como fecha de cumplimiento para la videncia.
Esto le da al gobierno de Maduro un “time break” de seis meses (perdonen el término Yanki, pero recuerden que manejamos el supuesto de que el profeta rojo reside en USA). O sea, llegado el momento y con suficiente tiempo para desviar los recursos a las cuentas amenazadas con ser congeladas, Dos Diablos podrá señalar que efectivamente se invirtieron los billullos (total, no hay contraloría), pero un taxista con la mujer hospitalizada dejó su patas blanca estacionado, y de paso aumentó el número de enfermos por inoculaciones feroces del imperio a través del asfalto en calles y avenidas.
A las horas, cuando escucho a Diosdado nuevamente afirmar: “convénzanse, métanselo en la cabeza señores de la derecha… Ustedes MÁS NUNCA volverán a gobernar este país”, se me ocurre que el profeta DOS DIABLOS les volvió a escribir por twitter, les mandó otro video en Youtube donde señala que en tres meses los auto mercados, las bodegas, los PDVAL y MERCAL de Venezuela nada tendrán que envidiarle a los Publix gringos, requiriéndose cinco pasillos para colocar a la vista del consumidor las diferentes marcas de café o de aceite para la venta, y que estos productos tendrán el mismo precio durante dos años, sin necesidad de control alguno, gracias a una inflación derrotada y aniquilada mediante espectaculares medidas económicas gubernamentales. Coño! – exclamará el ministro de alimentación – ¿Dijiste tres meses? Ni de vaina! – Y es cuando sale a flote el respaldar cibernético del profeta: esto sucederá si y sólo si los guarimberos dejan de tomar guayoyos para mantenerse despiertos en las barricadas, si dejan de vender empanadas en toda Margarita, y si Giordani deja de joder y meter sus narices en la política económica. Llegada la meta de los tres meses signados para el vaticinio la culpa no será de Giordani, quien seguirá metiendo sus narices en la política económica; la culpa será de los Guarimberos, conclusión históricamente reseñada en cualquier película de Sherlok Holmes con la frase “elemental, mi querido Watson”.
Y así podría escribir cien cuartillas de posibles profecías de Dos Diablos, con sus respectivas excusas ante pronosticados fracasos en materia de seguridad, educación, productividad, lucha contra la corrupción, etc. etc., que le permitan a Diosdado, el niño mal nombrado, seguir afirmando que la revolución heredada por Maduro, y post heredada quien sabe por quién, mejor dicho, quien sabe si heredada por él mismo, gobernará per saecula seculorum.
Yo no creo en profetas, mucho menos en Mesías aterrizados en el mundo de la política. Yo creo en el pueblo Venezolano. En ese pueblo que, con todo y el nefasto efecto de las dádivas a cuenta de misiones, sigue depositando en el trabajo, y la formación, el éxito de su futuro. Por eso cierro estas líneas de manera optimista, a pesar del negro presente que vivimos. Venezuela tiene un pasado ya construido. Gente acostumbrada a la libertad: de opinar, de comprar, de reunirse, de elegir. Venezuela tiene un presente con la mayoría de su gente cansada de sufrir por la muerte de un hijo, un vecino, un amigo. Cansada de odiar “porque me obligan”. Cansada de comprar lo que me permitan. De aceptar lo que no aceptaría, con tal de tener trabajo. Venezuela tiene un futuro por el cual seguiremos luchando hasta que ese pueblo bello pierda el miedo y retome su amor por el país soberano, productivo, UNIDO, y no dirigido por cubanos, o por personajes MAL NOMBRADOS que a fin de cuenta, DIOS! Solo han DADO beneficios a sus cuentas personales! Seamos todos, venezolanos de todas las clases, profetas de nuestro destino.