El desespero se ha convertido en un sentimiento que se ha apoderado de los venezolanos ante no ver una solución próxima a los problemas de escasez, abastecimiento, inseguridad, inflación, devaluaciones, censura, poca representatividad, lenguaje soez, agravios, poca institucionalidad y pare de contar.
A diario se esgrimen conversaciones entre los venezolanos, unos de un bando identificando con el sector oficialista, otros del sector oposición y quienes prefieren optar por no participar. No puedo ya contar el sin número de conversaciones que he sostenido en tonos de batallas campales, dispuesto a apostar en ella la relación, la amistad e incluso el vínculo familiar que sostiene la estrecha línea de relación que existe entre un opositor y un chavista.
Cientos de argumentos, opiniones, elucubraciones, análisis, reclamos, sátiras, acusaciones, insultos y burlas se levantan en el calor de los ánimos como balas dispuestos a perforar la armadura que viste cada lado en un intento de convencer a quien crees no está en lo correcto en la defensa de una idea por encima incluso de la razón, porque ambos creemos que tenemos una supremacía moral y somos los únicos dueños de la verdad.
Me declaro culpable cuando digo que he participado en estas batallas campales en las que ningún lado resulta ganador, o en las batallas que estamos convencidos de que no importa lo que digamos no lo habrá. ¿En qué momento la sociedad venezolana perdió esa fraternidad que nos caracterizaba a nivel mundial para convertirse en un país polarizado? ¿Por qué sostener estas conversaciones implacables en la búsqueda de un objetivo identificado con un sector con el otro?
Pues no lo hay, no hay objetivos. Simplemente hemos perdido de vista el rumbo, no somos más que un enjambre de abejas que ha perdido a su abeja reina y que no está preparado para reemplazarla, sus zánganos no preparados para esta labor mantienen viva la colmena tratando de evitar su eminente colapso.
Nuestra sociedad se ha convertido en eso, en una batalla del día a día, un hoy estoy bien, mañana veremos, una sociedad de un ¿Qué pasará? ¿Qué va ocurrir? ¿Qué nos depara el futuro? ¿Qué va a pasar aquí? y tristemente en una sociedad que se debe conformar con un “por lo menos”.
El primer paso para poder decidir nuestro futuro es recordar que es un venezolano, recordar que bebemos de la misma copa la alegría y la amargura, que hacemos de la música nuestro llanto y nos reímos de nuestras asperezas, que tomamos muy en serio los chistes y que los chistes son cosa seria, que somos dueños de la sabiduría y nadie quiere discutir con nosotros, que no necesitamos viajar porque todo lo hemos visto en Venezuela, que no necesitamos leer porque todo no los han contado el amigo de un amigo, que nos caracteriza nuestra alegría, nuestra simpatía, que cuando estamos en grupo nuestra gritería y nuestro apasionamiento es al gritar el GOLLLLL de la vinotinto que tanto amamos, que la decisión más importante de nuestras vidas es si serás magallanero o caraquista, que somos exageradísimos en todo, que escuchar un QUE MOLLEJA!!!! UN MIARMA!!! NAGUARA!!! OJOMBRE!!! SI VOS YA VAIS A VER!!! Es deleite para nuestros oídos, que no hay nada más sabroso que una arepa, que el mejor plato de navidad lo hace es tu mamá, que nuestras mujeres son las más bellas del mundo, eso mis lectores es SER VENEZOLANO.
El segundo paso que todos debemos asumir con compromiso es el de aprender a amarnos y perdonarnos nuevamente, nadie nace odiando a otro por su color de piel, por su religión, por sus preferencias sexuales y mucho menos por sus preferencias políticas, lamentablemente y entristecedoramente, hemos aprendido a odiar; si los venezolanos hemos aprendido a odiar, también podemos aprender a perdonar, el amor es más natural al corazón de los venezolanos que el odio.
Debemos dejar atrás nuestros rencores y luchar por una alternativa que permita evitar la crisis de polarización por la que atraviesa el país, debemos pelear por evitar la dominación de alguna de las dos partes sobre la otra, la dominación del sector oficialista sobre el opositor y la dominación del sector opositor sobre el oficialista, debemos pelear por una sociedad libre en donde ambas sociedades puedan convivir con igualdad de oportunidades, ese debe ser el ideal por el cual debemos vivir, por VENEZUELA y nada más.
Los invito a reflexionar sobre estas líneas, los invito a perdonar, a dejar el rencor y el odio de un lado, a unirnos todos como venezolanos que somos y que recordemos que todos somos hermanos nacidos de la misma madre Venezuela. «El perdon libera el alma, disipa el temor, destierra el odio y por eso es un arma tan poderosa, es nuestro deber intentarlo» Nelson Mandela