“La humanidad tiene una moral doble: una que predica y no practica, y otra que practica y no predica.”
Bertrand Russell
Enfrentando a una deuda que asciende a 18 billones[i] de dólares Norteamericanos, la ciudad de Detroit finalmente se declaró en bancarrota a mediados del año pasado y colocando a un lado las obvias consecuencias derivadas de este colapso, son los trabajadores y pensionados de la ciudad los que están en la mira para absorber las secuelas más duras de otro de los timos del sistema económico actual.
La caída de Detroit no es una sorpresa ni un caso aislado en este entramado, si examinamos algunos datos demográficos encontramos que la población de la ciudad en los años sesenta alcanzaba a los dos millones de habitantes, cuando era considerada el centro de la economía automotriz Estadounidense y mundial, en la actualidad la población apenas llega a los setecientos mil habitantes. Esta considerable movilización en un período de treinta años se debe esencialmente a la decisión de hacer negocios en otras partes del mundo por parte de sus principales empleadores, a saber: General Motors, Chrysler y Ford.
La paradoja y donde comienza a observarse la costura de la cita de Bertrand Russell, es cuando en el año 2009 el Gobierno Federal aprobó un auxilio financiero “bailout” de 50 billones de dólares al emporio de General Motors, conocida por sus siglas GM. El Gobierno Federal de Los Estados Unidos ejecutó esta generosa acción a través de la adquisición de acciones en el mercado de capitales con dinero público, una acción que nadie en el planeta hubiese ejecutado si tomamos las premisas de mercado que tanto promueve dicha entelequia. En un lenguaje más sencillo, el Gobierno arriesgo el dinero de los contribuyentes sin previa consulta en una empresa con una insolvencia descomunal que se hubiese declarado en bancarrota, tal y como ocurrió con la Ciudad que la alberga.
La mayor parte de las acciones adquiridas por el Gobierno en el año 2009 fueron retenidas hasta Diciembre de 2013, cuando el mismo decidió venderlas en su totalidad. La aritmética final se tradujo en una compra de 50 billones de dólares y una venta neta en 40 billones de dólares, o dicho en otras palabras el Gobierno perdió 10 billones de dólares para auxiliar financieramente a una empresa la cual no solo sobrevivió pero mejoró su desempeño y posición bursátil. El resultado ha sido tomado como bandera por una Gerencia prepotente que llena los medios con vocablos propios de los llamados ingenieros financieros modernos como si fueran ellos los artífices de una recuperación milagrosa. Asimismo la Gerencia no solo se niega a considerar una posible retribución basada en la mejoría de sus arcas pero también ha desplazado sus procesos de manufactura fabricando más vehículos en China que en los propios Estados Unidos de América.
Ubicándonos en este último entorno la pregunta obligada sería: por qué el Gobierno Federal permitió que la Ciudad que alberga a esta empresa, con una deuda de 18 billones de dólares aproximadamente, muy inferior a la de GM, y con una fuerza laboral cuatro veces superior a la de GM, se declarará en bancarrota?. Pero dejemos la pregunta abierta y examinemos otro dato que sienta un precedente insólito, la corte de bancarrota decidió que debido a la insolvencia de la ciudad, la ley de bancarrota federal debe prevalecer por encima de la Constitución del Estado de Michigan. Esto significa que la protección de los fondos de los pensionados de la ciudad, fondos estos garantizados Constitucionalmente por el Estado de Michigan, pueden ser utilizados a través de recortes en sus asignaciones las cuales han sido forjadas por el esfuerzo de sus trabajadores. El mensaje que se envía al resto de las ciudades de Los Estados Unidos es diáfano, ante cualquier dificultad financiera, no cuenten con nosotros, amén tengan plena libertad de tocar los fondos de los pensionados, especialmente a aquellos que tienen más de sesenta y cinco años de edad.
Las leyes federales en Los Estados Unidos establecen que tanto las Ciudades como los Estados no pueden solicitar préstamos para su funcionamiento regular, tal como le es permitido al Gobierno Federal, la única forma de recibir dinero en calidad de préstamos son para proyectos de capital, tal es el caso de construcción de vías, acueductos , escuela y otros. En el caso de Detroit los contratos claramente establecen a los prestamistas que las pensiones son sagradas por mandato constitucional, pero lo expuesto en el párrafo anterior no solo lanza por el despeñadero estos derechos pero beneficia a tales prestamistas que son precisamente la clase más rica del país. Asimismo esta clase que posee el capital se beneficia de otra benevolente Ley Federal, y es que los intereses devengados por concepto de préstamo a Ciudades-Estados están exonerados del pago de impuestos Federal.
Me detuve unos minutos en este punto de este papel virtual para limar alguna conclusión o aporte pero solo recordé el Coronel de García Márquez en la frustrada espera de su pensión y su perpetuo grito de excremento.
Alfredo Pérez
Lansdale, PA, EE. UU.
[i] Equivalente a un millardo en la mayoría de los países de Europa Continental y Sur America