La semana pasada fuì convidada a un almuerzo en casa de una de mis Compis mas queridas, y como ya es costumbre desde que la Roboluciòn se hizo con el poder, era inminente que saliera a colaciòn el tema de la cada dìa peor crisis que vivimos en el paìs, atornillado del clàsico «PLAN B».
Todas las que allì nos encontràbamos èramos de la misma opiniòn: La cosa se nos ha puesto fea y dura de verdad, el futuro, sì es que existe alguno, se ha teñido de un tono gris mortecino para los venezolanos y en mi caso particular, por primera vez siento un auténtico miedo que me carcome las entrañas.
«Nos llegò la hora de activar el famoso Plan B», exclamamos al unìsono, y haciendo brainstorming para dar con el plan perfecto, una de mis compis acaparò nuestra atenciòn con una genial idea que debemos tomar en cuenta. Todas las Compis decidimos, despuès de escucharla, que ella lo que debe hacer es escribir un libro, una especie de guía similar al anglosajòn y popular «The Rules».
«Meet My Wife» serìa el tìtulo del futuro best-seller. Mi Compi esta clarísima, pues afirmò sin titubear que ella lo que necesita y desea es un marido anglosajòn, preferiblemente neoyorquino y exitoso, que la saque de èsta Venezuela cubanizada y sumida en el caos y la anarquía, para llevàrsela a vivir a la Gran Manzana. Que haga de ella una mujer felizmente mantenida y con calidad de vida VIP.
Nos confesô sin asomo alguno de vergüenza ni pudor que a ella no le interesa demosrarle al mundo que es una mujer competente, trabajadora y con un curriculum digno de dejar verde de envidia a Anna Wintour en su mejor dìa. Ya esa pàgina de su vida està pasada y vivida a plenitud. Su futuro lo vislumbra tomada de la mano de un flamante gringo mundano y rico, y seguramente guapìsimo como buen americano, con un montòn de pelo canoso en la cabeza y sin esa barriga cervecera que desarrollan la gran mayorìa de nuestros paisanos al pisar los 40. Un yanquee con todos los hierros que busque en ella una buena esposa, un ama de casa y anfitriona de primera lìnea, que lo atienda, lo mime y lo acompañe en la llamada tercera edad. Anhela que su gringo «la» viaje, «la» pasee y la introduzca en su cìrculo de amistades como: «Meet my Wife». Yes, tres palabritas que se pronuncian muy fàcilmente y sin embargo son tan difìciles de escuchar. Ya a mi compi no le importa si el tercio la introduce con su nombre de pila o su apellido, o que la identifique como un trofeo venezolano devaluado y venido a menos, que no mencione ni su pasado, ni su curriculum, ni sus raìces, ni sus èxitos ni sus logros. Ella sòlo desea escuchar esas tres palabras mâgicas: «Meet my Wife».
Semanas antes, estando en Miami me reunÌ con otras queridas Compis, la gran mayorìa pertenecientes a ese montòn de venezolanos que desertaron y optaron por huir del paìs hace unos años, y a quienes frecuento cada vez que llego al Imperio. Asì me enterè de la historia de una amiga que no veo desde hace mucho tiempo, pero de quien guardo un grato recuerdo y a la que tengo profundo cariño. La susodicha, que tenìa ya varios años divorciada y vivìa en Vzla. se empatò con uno de esos criollos tìpicos guavinosos que le huyen al compromiso y a la responsabilidad que implica el tener una pareja, una mujer de verdad verdad a su lado.
El tercio, que llevaba varios meses saliendo con mi amiga, la invitò para Miami por unos días en plan de relax, de shopping, playa y primermundismo. Nunca lleguè a saber con que excusa le saliò a ùltima hora, el punto es que el tipillo le pidiò a mi amiga que viajara ella unos dìas antes, que aprovechara para hacer un poco de shopping relajada y con tiempo, y que èl la alcanzarìa unos días despuès.
Asì se hizo y llegó la fecha del ansiado rendevouz en el muy «in» Hotel Delano’s de South Beach donde ya mi amiga se encontraba hospedada. Allì trancurrieron 1, 2 , 3…. 8, 10 horas, y el novio de mi amiga jamàs se presentò. Desparareciò del mapa como por arte de magia, con celular apagado, y mas chao que hola contigo pajarita.
Pero prepârense mis Compis para leer lo que acontinuaciòn les narro, pues aquì es cuando la cosa se pone buena, y viene la mejor parte de la historia: La pobrecilla abandonada, que se quedô plantada en el bar del muy chic hotel cabizbaja, arrecha y con varios vodkas de màs encima, pasò a ser una consentida de la llamada justicia divina. Cuando ya estaba a punto de irse, tomar un aviòn a Caracas y cometer homicidio premeditado, un francès fabuloso apareciô de la nada, se le sentò al lado en el bar, le pagò la cuenta, le sirviò de paño de làgrimas a la muy sortuda, y luego le pidiò su nùmero de telèfono y su pin. El galàn resultó ser un exitoso arquitecto, buenmozo y dueño de ese joie de vivre tan divino y caracterìstico de los franceses….3 meses despuès, mi amiga se mudò a Parìs con el franchute, y hoy viven happily married ever after en la Ciudad Luz.
Amo èsta historia. The perfect plan….»Meet My Wife».
PD: Casi lo olvidaba, en nombre de mi amiga y de todas sus Compis, nuestro mas sincero agradecimiento al paisano que le hizo el inmenso favor de dejarla plantada en Miami. Sin hombres como êl y sus tìpicas jugarretas sumadas a su falta de educaciòn y gallardìa, mi amiga no habrìa conocido a su prìncipe azul. Gracias a èl, vive hoy feliz, plena, y nada mas y nada menos que en Parìs! A su salud! Merci beaucoup!
Let’s drink to That!!