Como miembro de una pequeña comunidad del este, he visto con sorpresa los últimos acontecimientos. Nunca espere ver una barricada en toda la entrada del Cafetal, y mucho menos que el gobierno se dignara a bombardearla con gases día y noche un fin de semana. Si bien es cierto que las barricadas estuvieron activas por casi una semana sin interrupciones, y que algunos vecinos empezaban a presentar quejas (quieren tumbar al gobierno, pero no salen de su zona de confort. ¿Quién los entiende?), cuando la Policía Nacional Bolivariana arribó no se limitó sencillamente a quitar las barricadas, sino llenar nuestros pulmones de gases y a aterrorizar a la comunidad con sus armas y tendencias a la piromanía.
Me gustaría decir que estos son actos de mera inferencia, pero al ver a algunos de mis estudiantes golpeados, amenazados y escondiéndose en donde los vecinos los refugiaran se me hace difícil verlo como: “represión necesaria para detener la violación del derecho al libre tránsito”. Dudo que haga falta violentar jóvenes que ni alcanzan la mayoría de edad para ello. Ni hacer rondas en motos por toda el área gritando maldiciones a todo aquel que estuviese en la calle.
En las noches se oyen estruendos y la gente corre al ver una moto, porque curiosamente policías y motorizados de dudosa procedencia andaban juntos durante la represión aplicada. No es fácil para una persona normal ver a otros huir por sus vidas en impotencia, pues a ¿quién voy a llamar? ¿A la policía? Suena como un mal chiste, pero la verdad resulta trágica.
Ahora lo que queda es un silencio sepulcral y una comunidad traumatizada hasta cierto punto. Sin embargo, ahora no hay una, sino decenas de barricadas bloqueando el paso a la zona. El incremento de la represión solo ha llevado a un incremento de la indignación colectiva. Justo cuando pensaba que las cosas se apagaban en el Cafetal la PNB ha venido a darle más fuerzas a las protestas. ¿Cuántas veces esto ha pasado alrededor del país? ¿Qué cuando la protesta va a morir la represión la energiza y con más fuerza que antes?
Mientras mi vecindad pretende vivir con normalidad me pregunto qué tanto de nosotros será marcado por lo hemos estado viendo este año. No resulta fácil ver sus alcances todavía, pero para una pequeña comunidad históricamente tildada de indiferente ante los procesos políticos, no parece que haya una vuelta atrás. El sentimiento de ser ultrajado por una fuerza invasora no se puede explicar de forma satisfactoria para muchos. De lo que si tengo seguridad es no ayudará a la reunificación del país o a una convivencia más solidaria entre los vecinos que posean diferencias ideológicas o partidistas. Tal vez la idea es que estemos muy ocupados matándonos entre nosotros como para entablar un combate con el verdadero enemigo.
A veces da la impresión que la frase “violencia fascista” ejercida por un bando, le otorga permiso al otro para usar la misma de forma impune y legítima. Y esto de haber habido tal violencia por parte de la comunidad, pues trancar una calle no es lo mismo que construir una máquina de la destrucción total, tal como lo hicieron Estados europeos obviamente fascistas en el siglo XX. El termino ha caído en: “cualquiera que haga como le da la gana”, pues violencia es aplicada en todos los bandos. Si aplicamos este nuevo y local concepto, entonces el primer fascista sigue siendo el Estado, debido a que: ¿quién duda de que es el primero en hacer como le venga en gana?