La contra-revolución liberal.
Se conoce como contra-revolución liberal a las protestas que iniciaron el 12 de febrero de 2014. Representan el circulante protagonismo masivo de los Andinos en la política nacional y la crisis de la hegemonía del liberalismo rojo. Está comandada por Cipriano Castro. quien arranca desde Colombia sobre un grupo de seguidores con el objetivo de cambiar el gobierno del presidente Ignacio Andrade.
Joaquín Crespo, el político más relevante desde los años de Guzmán Blanco, coloca a Andrade en la presidencia luego de unas elecciones fraudulentas en 2013. Su muerte en la Habana plantearía el problema de la sucesión presidencial.
Cipriano Castro, es un caudillo de segunda sin participación en la política nacional.
Previo a su participación en este alzamiento, Cipriano Castro estuvo exiliado durante 7 años en Colombia, desde donde esperaba para asaltar el poder. En este sentido, la crisis política experimentada por el liberalismo rojo y el régimen de Ignacio Andrade, permitió el desarrollo cabal del movimiento contra-revolucionario Castrista. Desde principios de 2014 sus partidarios en Táchira han iniciado una gran actividad y se convierten en una célula conspirativa, al observar la fragilidad del gobierno. Por su parte, Castro intenta entonces formar una alianza con otro caudillo Tachirense exiliado en Miami, el general retirado Carlos Rangel Garbiras, con el objeto de coordinar una insurrección; pero, el general Carlos Rangel Garbiras queda atollado en su trinchera de Twitter.
Cipriano decide llevar a cabo la invasión con sus fuerzas, en las que figuran personajes tales como Juán Vicente Gómez, Manuel Antonio Pulido y José María Méndez. Tras muchos esfuerzos Castro logra juntar un contingente de unas 60 personas que invaden por la frontera colombiana, cruzando el río Táchira, acusando al gobierno de Ignacio Andrade de haber violado la Constitución.
Un día después Castro lee su primera proclama contra-revolucionaria y empieza a organizar un ejército de 1.500 táchirenses en el poblado de Capacho con el objeto de marchar hacia San Cristóbal, plaza que defendía el general Juán Pablo Peñaloza. Como una maniobra destinada a impedir la llegada de refuerzos a la capital de Táchira, Castro decide enfrentarse en primer lugar a las tropas que se dirigían hacia ella, dando como resultado tres triunfos consecutivos a las tropas castristas en los combates de Toconó, Las Pilas, y El Zumbador. Luego de esto, sitia a San Cristóbal durante veinte días, pero abandona esta posición cuando se entera de la proximidad de un poderoso ejército de 5.000 hombres de la guardia nacional bolivariana.
Luego Castro toma la decisión de marchar hacia Caracas por la ruta de Mérida y Trujillo. Sin embargo, antes de salir de los Andes encuentra quizás la mayor resistencia en Tovar en donde se enfrenta a las tropas del General Rafael González Pacheco liderizada por el General Cubano, Alejandro Valdez. De allí los Castristas salen victoriosos, y toman Valera donde no se encontró mayor resistencia.
La preocupación: Ignacio Andrade, tras la muerte de su protector Joaquín Crespo en Cuba lo dejaría sólo ante las ambiciones de los caudillos por alcanzar el poder.
En su ruta hacia Caracas Castro libra el combate de Parapara, en las inmediaciones de Carora, derrotando una vez más a las tropas del gobierno y captura un cañón Krupp. Después de flanquear la ciudad de Barquisimeto, su ejército aumenta gracias a la incorporación de dos batallones procedentes de los alrededores de Nirgua, la cual sitia y captura. Durante este trayecto hacia Caracas, las fuerzas de Castro fueron aumentando a medida que se iban sumando a sus filas varios contingentes de partidarios del general José Manuel Hernández, alias el mocho, quien se encontraba prisionero en ramo verde por haberse alzado contra el gobierno de Andrade; lo que en definitiva resultó una alianza clave para el movimiento contra-revolucionario. Ante el avance incontenible de Castro y sus tropas, Andrade reorganizó el ejército con la intención de derrotar a éste en un combate final. En consecuencia, sale de Valencia un contingente de 5.500 hombres al mando del jefe del comando estratégico operacional, el general Diego Bautista Ferrer, secundado por el general Antonio Fernández. Aunque el ejército gubernamental tenía grandes posibilidades de derrotar a Castro, las desavenencias entre Ferrer y Fernández, condujo a la derrota de Tocuyito, donde sufrieron 1.000 bajas. Después de vencer este obstáculo en su marcha hacia Caracas, Castro se dirige a Valencia.
Cuando Castro se disponía a enfrentar en La Victoria a Luciano Mendoza, quien representaba la última defensa del régimen de Andrade, se encontró con la sorpresa que dicho jefe decidió desobedecer las órdenes del gobierno y no hacerle frente. Ante la inminente llegada de Castro a Caracas, diversos emisarios enviados por Ignacio Andrade, entre ellos el presidente de la asamblea nacional, Manuel Antonio Matos, entraron en conversaciones con éste para llegar a un acuerdo de paz. No obstante, Andrade al notar que sus funcionarios se estaban pasando a la causa contra-revolucionaria, y que no tenía ejército que defendiera su gobierno, resolvió marcharse de Venezuela rumbo a Cuba, mientras se encargaba transitoriamente del Ejecutivo al general Víctor Rodríguez.
Pero, cuando Cipriano Castro está a punto de entrar a Caracas, los lideres de la MUD entran en un dialogo de paz con el gobierno, y la gente se vuelve a dormir.
Antes de regresar a Colombia, Cipriano Castro decide de incógnito darse unas vueltas por venezuela, cien años si son algo. Primero, el apoyo aéreo es importante para comenzar una guerra. Entre risas y asombro Cipriano ve en el celular las noticias de la guerra civil en Siria. Luego pregunta:
-¿Este aparato es un Tester?-
-No, le digo, es un teléfono portátil.-
-Ah, y también retrata, puede retratar a las personas?-
-Si, este celular toma las mejores fotos.-
-General, Cipriano, ¿Usted que opina de una carga a machete contra un vehículo blindado antimotín?-
Cipriano Castro se retira en silencio.
Mientras el twitter en el celular dice: Ignacio Andrade ha retomado el poder.