Seguramente ustedes han conocido o por lo menos escuchado de mujeres que son golpeadas o maltratadas por sus maridos y no terminan de dejarlos. Sino que al contrario, muchas de ellas justifican las acciones de sus cónyuges con frases como: “ Es que yo me lo merecía” o “Fue mi culpa, por hacerlo molestar”. Es una situación muy similar a la que viven algunas víctimas de secuestro con sus captores, esto se denomina “síndrome de estocolmo”. El síndrome de estocolmo es una relación de dependencia emocional entre el secuestrador y el rehen, en la cual, este último llega a desarrollar un fuerte vínculo afectivo hacia el secuestrador. Lo primero que hace el secuestrador es debilitar a la persona a través del aislamiento, luego utiliza castigos aplicados de forma intermitente, lo cual hace que la víctima pierda paulatinamente su capacidad de confrontación y piense que es imposible escapar de la situación. La movida final del captor consiste en detener el castigo y asumir alguna actitud de gentileza o compasión, la cual hace que el capturado sienta que el secuestrador le ofrece algún tipo de seguridad y que puede incluso, llegar a ser una buena persona. Pasa algo muy parecido con las mujeres maltratadas cuando su marido “se arrepiente” y comienzan una nueva fase de “luna de miel», En la cual la imagen fantasiosa e idealizada que estas mujeres tienen de su pareja queda reforzada. Ahora bien ¿A qué viene todo este asunto del síndrome de Estocolmo y de la mujer maltratada? Pues es muy simple, resulta que Venezuela está viviendo una situación muy parecida a un secuestro. Existe un gobierno que tiene secuestrado todos los poderes, que tiene secuestrados a los medios de comunicación, que tiene secuestrada a la economía, en pocas palabras, tiene secuestrada a Venezuela. El problema con este secuestro, es que una parte de la población ha desarrollado el síndrome de Estocolmo. Un sector del pueblo venezolano ha establecido un vínculo emocional hacia sus secuestradores.
La forma de operar del gobierno ha sido la misma que la que tiene un secuestrador, aislar y castigar al pueblo y luego mostrar algún tipo de actitud gentil. Voy a poner un ejemplo, la economía venezolana ha sufrido 8 devaluaciones de la moneda desde que está el control cambiario, los niveles de inflación, corrupción, escasez e inseguridad son los más altos de américa latina, además, los altos dirigentes del gobierno se enriquecen de manera obscena, mientras que el pueblo tiene que hacer largas colas para conseguir alimentos, de esta manera el gobierno agresor castiga al venezolano, empobreciendolo cada vez más, haciendo que su calidad de vida disminuya y dejándolo desamparado ante la delincuencia desatada en las calles. Tal vez, si eres una persona afecta al gobierno y estás leyendo estas líneas, probablemente le des una explicación a todas estas problemáticas, lo entiendo, yo también lo hice mucho, en algún momento me pareció que el socialismo era la solución, y es que quizás lo sea, pero no con este gobierno corrupto y ladrón que tenemos. No sigas pensando como la mujer maltratada, defendiendo a un marido agresor que luego de golpearla viene con un ramo de flores a pedirle perdón. Este gobierno agresor devalúa la moneda, sube el pasaje, sube la comida y luego lanza un pírrico aumento del sueldo mínimo que no alcanza para nada. Muchas mujeres no pueden salir de una situación de agresión porque se ven presionadas por el factor económico o simplemente porque el marido agresor las amenaza con tomar represalias. Esto se parece mucho a las amenazas que lanza el gobierno que de no estar la revolución se acabarán los planes sociales que se llevan a cabo actualmente. Yo no puedo decirte que va a pasar cuando la revolución ya no esté, como tampoco le puedo decir a la mujer maltratada que va a pasar luego que deje a su marido, pero lo que sí te puedo decir es que la situación de agresión en ningún caso es justificada y esta debe ser detenida lo más pronto posible.
Para entender un poco más sobre de este paralelismo del síndrome de Estocolmo con la realidad venezolana , sería importante apuntar datos tales como que las personas que tuvieron infancias con figuras agresivas y autoritarias, al igual que las personas con problemas de autoestima son más propensas a la hora de un secuestro a sufrir del síndrome. Ahora bien, si revisamos la historia venezolana y al hacer un análisis psicosocial de nuestro pueblo, quizás podamos entender por qué se está presentando este síndrome de Estocolmo colectivo. Somos un pueblo que hemos pasado por fuertes dictaduras, que hemos pasado por gobiernos opresores y corruptos, es decir, los inicios de nuestra sociedad se vieron marcados principalmente por figuras opresoras y autoritarias. Además en todo este proceso actual de agresiones, tal cual como una mujer golpeada, empezamos a dudar de nuestra propia identidad, debido a que, como el marido que aísla a la mujer de sus familiares y amigos para protegerse en su conducta agresiva, este gobierno ha dividido a los venezolanos y ha utilizado esta división y polarización como mecanismo para mantenerse en el poder. Este gobierno, cual marido agresor, ha propiciado que el venezolano cuestione sus aspiraciones, ideas y valores haciendo que empiece a pensar que el hecho de pensar distinto o incluso el mismo deseo de superarse es inadecuado y erróneo. Todo esto se traduce finalmente, en un deterioro de la autoestima colectiva y finalmente en la pérdida de la identidad nacional. Visto de esta manera, podemos concebir de manera diferente nuestra historia como pueblo y puede que quizás, y espero no pecar de soñador, muchos de nosotros cambiemos nuestra actitud hacia esta nuestra sociedad secuestrada y su síndrome de Estocolmo colectivo.
No nos queda otra tarea entonces, que reconocernos como el pueblo que somos, un pueblo luchador y heroico, una patria que parió libertadores, un pueblo solidario y amigo que tiene todos los recursos para estar en una mejor situación . Se cometieron muchos errores en el pasado, los que nos gobernaron antes no son mejores que quienes nos gobiernan ahora, muchas cosas se han corregido en estos últimos años, nuestro pueblo ha aprendido muchas lecciones, pero aún nos falta mucho para llegar a tener el país que queremos. No caigamos en la desesperanza y en creer que ya no hay remedio ni solución para escapar de este secuestro. Al contrario, es momento de ser más constantes e inteligentes, no caigamos en la trampa de la intolerancia y de la violencia porque el fuego no se apaga con fuego, ni se vence a la oscuridad con oscuridad. Es hora de pensar en lo que queremos como venezolanos, queremos oportunidades, justicia, seguridad, queremos una Venezuela mejor. Es hora de que cada uno de nosotros empiece a trabajar por ese cambio que queremos y merecemos y es hora, así como dijo Eduardo Galeano, de que empecemos a creer definitivamente, que mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo.
Javier R Medina @Javierenred xavier@generaciondel14.org
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