Para la gente normal, entiéndase por gente normal, la que no contempla el color de las flores silvestre que han nacido en el borde del camino de piedras, o el que cocina pero no le echa clavitos de olor a la carne roja. Hay otro tipo de gentes, las que se llaman artistas. En estos tiempos de crisis idealistas, de sublevaciones, de más fanatismo y más privilegios a la hora de ser aceptado por un grupo social; seas trans, bi, defensor de las focas o los perros callejeros. Hay toda clase de gentes. Ves montarse en el autobús a gente pidiendo dinero para un sobrino o una mamá enferma en el hospital central, la gente que conoce el proceder de algunas de estas personas, dice abiertamente “no le den plata, qué trabaje” “ése lo vi fumarse todo el dinero que recogió en un día”. Hoy muchos somos más nobles y damos nuestra limosna diaria, ya sea los domingos en misa o algún fulano que huele mal y quieres que se aleje lo antes posible. Pero siempre ha sido así- eso me decía mi abuela-. La vida es la misma, cambia la ropa y la manera de llamar las cosas. “Yo planchaba con plancha de carbón, tú ahora usas plancha de vapor”. Aún, viendo las cosas así solo puedo lucubrar, perderme en los porqué de esta raza. “He mamado la leche de mi raza” decía El Tuerto López, porque con tanto fanatismo no podía irse a la cama sin persignarse.
