Apatía ucevista.

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Siempre lo he dicho: Ser estudiante de Ciencias Políticas y vivir lo que estamos viviendo es una suerte de nuestra profesión -no, no es sarcasmo-. Lo digo porque somos los jóvenes quienes vamos a poder recordar los errores que cometieron los déspotas del siglo XXI. Soy estudiante de la UCV, y siempre recuerdo esas historias que me contaban mis tíos de esa universidad combativa e irreverente ante cualquier gobierno, cosa que no ha cambiado. Somos los jóvenes quienes podremos decir, con cierto recelo, las arbitrariedades a la que fuimos expuestos en una época tan sombría para la Democracia y para el libre pensar. Sí, esa democracia que tanto ha escrito Bobbio en donde las minorías deben ser respetadas, porque sin minorías no existiría la libre disidencia.

El día 14 de mayo se tenía previsto una marcha desde Chacaíto hasta el Ministerio Público exigiendo la liberación de nuestros compañeros detenidos en los »campamentos de libertad» en Chacao, Los Palos Grandes y Baruta. Cuando nos dispusimos a hablar con la PNB, nos dijeron que la marcha no salía por »ordenes de arriba». Para evitar, pues, una arremetida y más detenidos nos dirigimos hacia la sede del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) a entregar una carta a una fiscal que nos estaba esperando allí. La marcha se realizó con normalidad. Cantos a favor de las luchas estudiantiles y contra las injustas detenciones. Al llegar al PNUD se entonó el himno nacional -no soy para nada patriota-, y se realizaron algunas consignas. Al mismo tiempo, un grupo se dispuso a trancar la calle. Pasaron menos de 10 minutos cuando nos embosca la GNB con, al menos, 60 motos con parrilleros. Resultado: 105 detenidos ese día, de los cuales 40 son Ucevistas. Otro golpe a la libertad y al libre pensamiento. Consternado por lo sucedido, y al ver a varios compañeros y amigos entre los detenidos, pensé -soñé- que la UCV al día siguiente iba a estar alborotada, movida y también conmovida por las detenciones, pero no fue así. Ambiente de tranquilidad, en el cafetín de Ingeniería la gente reía, caminaba y se tomaba los famosos jugos de fresa que venden desde tiempos inmemoriales. En Arquitectura sucedía lo mismo, y así en toda la UCV -a excepción de Derecho dónde estudiantes realizaron un pupitrazo en protesta a las detenciones injustas-. Pero nada del otro mundo. El reloj de plaza el rectorado seguía moviéndose, el comedor seguía entregando comida, los salones seguían impartiendo clases.

Pensé poder escribir un artículo de »análisis» pero se me hace muy difícil ser objetivo, pragmático y avalorativo cuando veo a compañeros de salones, compañeros con quien uno ha discutido y/o debatido y de vez en cuando echarse unos tragos, que se encuentran en una jaula preso del sistema y de la super-estructura. Es muy difícil ser una apático en momentos así, porque si eres apático sólo eres una sombra que camina sin rumbo ni fin. Tampoco diré que »estamos del lado correcto de la historia», porque también nosotros cometemos errores como humanos, como jóvenes, como universitarios. Pensé, pues, en hacer un análisis de altura, pero la agonía de mi generación no me deja respirar. Me duele ver cómo esas mismas sombras apáticas caminan por los mismos pasillos por donde pasaron grandes luchadores y defensores de la Universidad ideal, de la universidad gratuita y de calidad. Me duele ver cómo hay estudiantes que están de acuerdo con la detención de manifestantes, cómo hay estudiantes que prefieren no opinar por no comprometerse a nada. ¿Somos, acaso, la nueva generación boba a las que pertenecieron nuestros padres? No nos sintamos orgullosos del presente, sintamonos orgullosos de la construcción del futuro, porque estudiantes somos todos.

«Nuestra esperanza sólo puede venir de los sin esperanza.» Mayo 68′

 

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