A una gran madre se le deben entregar más que palabras vestidas en conformidad a una ocasión determinada. Ella es ese palpitar que da validez a la celebración en la esencia del bienestar que concede. Partiendo del amor y dedicación que supera cualquier distancia, una gran madre hace posible un mundo que proyecta destellos de motivación y confianza.
Más allá de un día, de un mes que sustenta el comercio, o el efímero recuerdo que una fecha provoca en hijos sin memoria ni gratitud… celebrar la bondad y pasión de las madres que, entre tantas calamidades: se convierten en luz, es más que ineludible. Es una reverencia bien fundamentada. Es el reconocimiento a esa hazaña que acrecienta futuros con panoramas más claros, claridad fomentada por esa madre que sí ejerce buen ejemplo y voluntad de crecimiento, sin importar si es una madre por el atributo natural de su vientre, por la adopción que permitiera desarrollar sus intenciones, o por una labor de acompañamiento sobresaliente que la convirtió en madre de esos seres que la recibieron, para abrir paso a su graduación como: mamá, en un proceso de crianza floreciente.
Existen mujeres inteligentes, buenas, luchadoras, grandiosas, responsables y cariñosas. En ese esplendor, tú eres protagonista. Tú no haces parte de la grandeza, la grandeza eres tú. Sí… mamá, tú. La profundidad de tus esfuerzos y enseñanzas son palpables en la evolución de cada fibra sensible que me da aliento, de cada conexión que ambos construimos desde que tu útero me protegía del caos, desde que se formaba la admiración que por ti siento.
Tu presencia emana la calidez que la naturaleza conectó en nuestra relación biológica. Es una presencia sin espacio, un camino que se desarrolla sin fronteras ni condicionamientos. Tu perseverancia y preocupación por brindarme lo mejor: se manifiestan en cada momento. Surgen de la más diminuta división que el polvo interestelar ha moldeado, de la irradiación más antigua en la energía interna que se forja en tu amor, de los componentes cósmicos que cincelaron las formas de vida que te precedieron, las que luego comenzaron un viaje hasta llegar a mi interior.
Gracias por darme fuerza para enfrentar la carga existencial, por estar conmigo en cada logro y en cada obstáculo, por ser parte de mí: desde la disputa contra las bacterias hasta las disputas por dar brillo a los ideales. Gracias por ser tú en cada instante sin tiempo, pues tu presencia es luminosidad que se reinventa, que se dibuja en las explosiones de sabios consejos con esa mirada sensible que sonríe en un resplandor que alimenta.
Gracias por acompañarme en los golpes de la infancia, en los altercados con el sistema educativo, en las locuras y formalidades, en los riesgos, en los descubrimientos, en el llanto, en las victorias, y en los cinco minutos de más que pedía para despertarme. Gracias por poner mucho de ti en cada alimento, en cada éxito deseado, en cada abrazo que nunca termina y en cada sonrisa que impulsa motivos para levantarme.
Mamá: es un honor ser parte ti.
Twitter: @Chrismewol
Cristhian Meneses, autor del libro: Notas rebeldes para un mundo sumiso. Usted podrá leer algunas páginas de muestra al presionar «clic» en la tapa del libro. Disponible en todas las sucursales Amazon.
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Cristhian Meneses (Colombia, 1985). Escritor, actor, docente y activista.