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Flores para un ocaso

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Flores para un ocaso

 

 

Nada será como antes
nada
y nuestros pasos de niño
habrán de llorar nuestra partida.

 

                            Fredy Chicangana

 

 

 

 

NO VALEN el cielo,

el alba, las estrellas.

Ya desperté.

 

 

 

LA HOJA que cae,

el río corriendo,

algún secreto esconden.

 

 

 

EN LA CARACOLA

se oculta

el secreto de las olas.

 

 

 

UN PÁJARO en lo alto

surcando el cielo.

El poema perfecto.

 

 

 

TE BUSCO, te busco

pero no estás.

Ningún poema te nombra.

 

 

 

PISA el hombre.

Asalta su sombra.

¡Zaz! Viento que perfora

 

 

 

MUEREN diez hombres,

mueren cien ¡caen mil!

El arte de la guerra.

 

 

 

ESE que cae,

¿Es otro muerto

o la sombra del anterior?

 

 

 

UN MUERTO acá,

otro allí:

El rompecabezas de la guerra.

 

 

 

AL CAER una persona

cae una hoja.

Que no caiga el árbol.

 

 

 

SE VA el otoño.

Llega el verano.

Otra guerra se olvida.

 

 

 

DONDE HUBO hombres,

cenizas quedan.

Cenizas, nada más.

 

 

YA SE ACABÓ. Arden

las manos, el alma.

Cerré muchos ojos.

 

 

 

MILES partieron

–no sé cuántos–,

miles que ya no volverán.

 

 

 

DESPUÉS de la guerra

sólo silencio

y cuerpos y nada.

 

 

 

¿Y si al despertar

nota que debió seguir

 

allí, soñando?

 

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