Ya leíste sobre Arabella, ahora puedes conocer su historia, puedes conocer como la oruga se volvió mariposa y como fue paso a paso toda su metamorfosis, contado por ella misma.
Hago el amor con cada uno de mis cuadros, tomo el pincel de la manera más suave posible y me desprendo de mis ropas para así, empezar a materializar en un lienzo mis más salvajes sueños, deseos y miedos. Sé que la inspiración puede surgir desde lo más grotesco e ir poco a poco transformándose en algo hermoso.
Recuerdo como antes era la niña que se encerraba en su burbuja a pintar hermosos prados con corderos en ellos, ciertamente era un arte inocente simple no me atrevía a jugar con aquello que me producía miedo o curiosidad, era una colegiala tonta del este que no veía más allá de las fiestas con mis amigas y las salidas al mall.
¿En qué momento mi vida dio un giro y me convertí en lo que soy hoy?, esa es la pregunta que trataré de responder. Supongo que varios acontecimientos fueron de la mano para llegar a este momento, todo unido como eslabones de una gran cadena, recuerdo que empecé a salir con un músico mayor que yo aquel que me presento a Nirvana y me enseñó a dejarme llevar por los poemas agridulces de Kurt Cobain, descubrí a Marilyn Manson era el autor de varias de mis pesadillas y el dolor que me causo mi primer tatuaje aun late en mi muñeca.
Dejé la ropa cara de diseñador por pantalones rasgados y una camiseta de los Rolling Stones . Quise entender de amor leyendo a Cortázar pero solo me arme un ideal el cual se cayó frente a mi como unos pilares de arena, me di cuenta de esto el día que mi flor perdió sus pétalos, para ser más claros cuando le regale a aquel músico rebelde mi virginidad, estábamos en mi estudio con la excusa de que le mostraría mis cuadros, la casa estaba sola y bueno como dicen una cosa llevo a la otra, a raíz de eso empecé a pintar desnuda en mi estudio, me hace recordar cada beso y caricia de la primera vez, veía un futuro perfecto en el que nos casaríamos e iríamos a vivir a Alemania, él por otro lado solo se sintió como una estrella de rock que cumplió las fantasías de una groupie.
Me dije a mi misma “a la mierda” salí de mi depresión y me di cuenta de que no quería relaciones serias, decidí formar una banda e influenciada por las canciones de la movida Punk de los 90’s empezamos a tocar canciones sobre como el amor es una porquería, sobre las delicias de una borrachera y sobre como somos la decepción de nuestros padres, así me alejé de mis amigas quienes se volvieron desconocidas o tal vez nunca fueron desconocidas simplemente tarde en verlas como las niñas de plástico y joyas que realmente son.
La vida era sencilla, tocaba un par de veces por semana con la banda, pintaba todas las noches en la soledad de mi estudio y cuando estaba falta de inspiración hacia cosas como pasar alcohol de contrabando en mi escuela, escribir un poema escuchando las maravillosas utopías de Lennon y ¿Por qué no? También podía tener relaciones sin tener que rendirle cuentas a nadie.
No tomaba nada en serio hasta aquel día en el que falleció mi madre, fue en ese momento donde quise dedicarme a alguna causa que mereciera la pena. Mi madre murió de cáncer cuando se lo detectaron ya era muy tarde, “es mejor que pase el resto de sus días en casa” nos dijo el doctor, “como si morir en su cama hiciera alguna diferencia” pensé con rabia mientras me dirigía a mi hogar.
Cuando falleció me encerré en mi estudio escuchando “Eleanor Rigby” esa canción en la que The Beatles hablan sobre un funeral solitario, repetía una y otra vez el verso que decía “Eleanor Rigby died in the church and was buried along with her name, nobody came” (Eleanor Rigby murió en la iglesia y fue enterrada junto a su nombre, nadie vino), pensé que así podría estar mi mamá, a pesar de que todos nuestros familiares asistieran al funeral ella estaría sola bajo tierra siendo comida de gusanos. Triste y molesta lance pintura a un lienzo en blanco, cada pincelada era catártica, drenaba mi rabia como quien sube a lo más alto de una montaña y grita a todo pulmón. Esa mancha imperfecta que se formó en mi lienzo se parecía a una flor como las que mi mamá solía cultivar y fue así como decidí proteger a la madre tierra, olvidarme de la carne, la delicia de una hamburguesa y si fuese necesario me encadenaría a un árbol para evitar que este fuera talado y ser siempre verde.
No solo me dediqué a la naturaleza también empecé a ver el lado hermoso de las tinieblas, el terror de Stephen King y los relatos negros de Edgar Allan Poe fueron mis nuevas musas, cuadros sobre catedrales, cementerios y las deterioradas casonas abandonadas de la colonia adornaban mi estudio.
Con cada cuadro me desnudo en cuerpo y alma para plasmar en el todo lo que me apasiona, el salto de ese mundo mágico muy parecido al que Disney nos mostró de pequeños a una relación fallida la cual a su vez impulsó una rebeldía adolescente y la muerte de mi madre, fueron los hechos detonantes de mi metamorfosis, mi transformación de la niña con cubiertos de oro a la mujer apasionada que hoy soy.