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Siempre nos quedará Mérida…

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Siempre nos quedará Mérida … Haciendo referencia a la cita del clásico film Casablanca, cuya traducción correcta sería “Siempre tendremos Paris”, pero que acuñaron entre el dicho popular como «siempre nos quedará Paris»; empiezo este texto sobre el festival de cine de Mérida al que fui como espectador y me he jurado no volver jamás. Una pregunta para los lectores, ¿Cuándo renunciamos los venezolanos al derecho de disfrutar de eventos de calidad?, ¿Qué opinan de un festival de cine que no proyecta películas en cines?, o en ninguna sala apta realmente.

Quizá debo empezar diciendo que el Festival de Mérida es un evento sin filtro alguno donde cualquiera manda cualquier cosa y sólo porque es venezolana queda para competencia. No creo que un festival con esta característica pueda ser calificado como uno de los festivales más importantes del país. ¿Cómo lo va a ser, si ni siquiera hay un criterio de selección? El festival de Mérida se otorga el derecho de calificar películas y su calidad, pero ¿Quién califica la calidad del evento que ellos ofrecen?, ¿Cómo se puede juzgar una película realmente si la proyección es en un vulgar cuarto, sin acústica, con cornetas caseras y la pantalla es una tela con manchas y marcas de doblado?, ¿Cómo puede el público disfrutar de un espectáculo así o apreciar la verdadera estética, el color, el sonido de las imágenes, todas esas cosas que te llevan a la magia del cine?

En esas condiciones, cineastas como Carlos Malavé se disculpaban con el público del evento antes de comenzar su proyección por las condiciones y les decía que no iban a apreciar realmente el sonido de la película por las carencias de la sala y por las condiciones en general. La película El psiquiatra empezó tarde por problemas con una copia que llegó tarde del laboratorio y fue proyectada ante un público molesto por esperar casi una hora en una sala así. La calidad de proyección fue fatal, no se vio el color de la película, el sonido fue un asco por las cornetas y la pantalla era de nuevo una tela blanca que se notaba que tenía tiempo guardada por las divisiones y el color amarillento, también tenía una raya en el medio que distraía de lo que se veía. Al lado en la salida había ruido de carros y niños jugando y llorando en medio de la película.

¿A quién le puede gustar ver algo así? ¿Cómo se juzga una película de esa manera o como se evalúa la reacción de un público que empieza una proyección molesto y predispuesto? El psiquiatra no fue el único caso de retrasos, todas las películas tuvieron retrasos de hasta media hora. Hubo desorden en el cronograma, ya que algunas películas las cambiaron de lugar y horario a última hora. Los muchachos que organizaban las cosas y montaban las proyecciones no tenían formación, se notaba que estaban aprendiendo, quizá hacen esto para ahorrar costos. Esclavo de Dios de Joel Novoa se proyecto con subtítulos que iban y venían, el público gritaba en medio de la función que los pusieran a cada rato. El festival maltrata las películas de esta manera, siendo un evento que debería realzar y cuidar el cine venezolano. No se dan cuenta el daño que le hacen. Se nota que el festival patalea mientras muere, ahora todos los años le rinden homenaje a alguna personalidad para que estos hablen bien del festival, ya que les dieron un premio por labor de vida y así el festival mantiene un «prestigio», aunque no crezca ni ofrezca nada de calidad. Es otro vulgar caso de camaradería y espaldarazos. Este festival es una decepción más que se le suma a Venezuela. Es parte de la degeneración que se ve en todos los ámbitos de nuestra sociedad y cómo vamos aceptando cada vez menos y nos conformamos y sonreímos sin exigir más.

En conclusión, el festival de Mérida es un evento amateur que se ha convertido en un negocio personal para la familia Henríquez y Karina Gómez, es faranduleo para sus asistentes, así todos los años se tiene una excusa para reencontrarse en una fiesta y para los cineastas, es obtener un premio de consolación por si sus películas no ganan o quedan en otros festivales realmente importantes, es un festival «querido» porque a casi todos se les da algo para que se lleven a sus casas y no hablen mal. Para el mediocre, para el que acepta lo que le den….Siempre les quedará Mérida. Los mediocres pueden decir «siempre tendremos Mérida».

Yo no vuelvo más.

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