Para nadie que cuente con una mediana educación es desconocido el nombre del ruso Ivan Pavlov y sus estudios sobre el Reflejo Condicionado en los que a un perro, primero se le dejaba escuchar un timbre e inmediatamente se le suministraba alimento. Después de repetir el acto por muchas veces, con el solo hecho de escuchar el timbre el perro comenzaba a producir saliva como si tuviese el alimento ya cerca de su boca aun después de repetir los timbrazos sin suministrarle un bocado. Con el reciente anuncio de utilizar equipos capta-huellas para la distribución limitada de alimentos al pueblo venezolano, no resultaría nada extraño que Venezuela haya sido convertida por los Castros como la continuación de un modelo experimental aplicado ahora masivamente en el país “con las mayores reservas petroleras del mundo”, económicamente venido a pique desde el mismo gobierno de Chávez, pero que aún se da el tupé de regalar capitales a gobiernos y a movimientos extranjeros de dudoso sentido humanitario y de mantener una boliburguesía de lujos a todo trapo .
No creo que haya tanta inteligencia o demasiada negligencia política por parte del gobierno para llevar la política alimentaria a niveles tan paupérrimos y deprimentes de los cuales no existe ninguna referencia en países con muchísimos menos recursos en Latinoamérica. Esto parece más bien un experimento de los laboratorios cubanos, los cuales le han permitido sostener a los Castros por varias décadas en el poder, sobre los hombros famélicos del pueblo de cuba quienes han respondido desde hace mucho tiempo a este tipo de reflejo condicionado. Y, por supuesto y por carambola, de la desaparecida Unión Soviética con todo el legado científico de Pavlov.
En la práctica las respuestas son fáciles, si se le suministra al perro un mínimo de alimento, aunque lo maltrates, le insultes, lo aísles y de él te burles, permanecerá a tu lado aunque por dentro esté reventando de mal de rabia. Si el perro tiene alternativas para alimentarse o si se le permitiese cazar por sí mismo no aguantará golpes por mucho tiempo antes de rebelarse contra su amo y atacarlo.
Las nuevas políticas de alimentación implantadas por el gobierno chavista de Nicolás Maduro son humillantes, vejatorias, aberrantes y tienen el único propósito de mostrar que el gobierno es el amo, el que da y quita cuando quiere porque no existen alternativas por tres razones simples: la destrucción previa del aparato productivo privado, la politización, burocratización, minimización y en algunos casos desaparición de los entes potencialmente productivos del estado y por último el manejo monopólico de las exportaciones de insumos alimenticios debido a los férreos controles estatales de divisas.
Los argumentos de la guerra económica ha desparecido del cacareo oficialista sencillamente porque ya nadie digiere el stronzo (si, en itálica) inventado para quitarse las culpas. Se ha vuelto común y la gente está comenzando a verlo como normal: primeramente las colas para adquirir alimentos y otros bienes de consumo personal o familiar, el reparto de números para la venta, las peleas y maltratos aun utilizando equipos antimotines, el marcaje y fichaje en los comercios estatales y privados, el chequeo de la afiliación política en los centros de distribución oficial. Hasta se ha vuelto común que el hampa ahora se dedique a robar a quienes ya han adquirido después del trato vejatorio los bienes adquiridos.
El científico Pavlov tuvo éxito con sus experimentos y permitió a los soviéticos y a otros hombres de ciencia del mundo continuar los experimentos sobre reflejo condicionado en seres humanos y en pueblos enteros ¿Conseguirán el éxito deseado los castros y su marioneta venezolana?