Frágil

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Ella lo recibía por automático que pareciese con la misma sonrisa que la primera vez. Su tez blanca, los pómulos sonrosados, labios carnosos que invitaban al desaforado beso incontrolable. Una cabellera que si cambiaba constantemente, nunca entendía como lograba crear esa especie de mezcla extraña; entre la novedad de su aspecto en cada ocasión y la inmutable forma de recibirlo, que de tan cariñosa lo había atrapado. No obstante sus encuentros eran fugaces como la lluvia sobre el cristal de la ventana o una buena porción de carne en el plato del hambriento. Ella lo recibía con tal ternura en su mirada, que parecía hecha de porcelana, frágil y tan distante a la vez. Eso a él poco le importo, nunca puso objeción sobre la forma de mirar de su chica, ni el soplo gélido de su distancia. Se limito a interpretar la verdad que pocos logran descifrar. Ella estaba destinada para su contemplación, como él a su vez lo estaba para verla partir al fondo del almacén, cuando su dueño la guardaba para cerrar la tienda.

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