Me gusta pensar que dios es el estado
Un marginal que se esconde tras lo absoluto
Una lección categórica sobre el tamaño
Le infunde miedo al hombre
Este alimenta el miedo en sus hijos
Los hijos patean al perro
Como esbirros de la intolerancia se van formando
En hileras de ladrillos
Se van apilando frente a las ventanas
Frente a los tejados que el estado protege
De los misiles extranjeros
De las disidencias
Del infortunio del día cuando no hace sol
Cuando los caballos no obedecen
Me gusta pensar que dios no existe
Y que al estado le queda poco tiempo.