Ayer, conversando con unos colegas, una de mis amigas dijo que le gustaría irse del país, porque ya no veía el punto de quedarse en un lugar donde a sus veintitantos años y con un trabajo considerado como «bueno» el sueldo no le alcanzaba ni le alcanzaría para independizarse de su familia «¿cuándo tendré la oportunidad de comprarme un carro de agencia, o de tener una casa propia, de empezar a hacer una vida?» por eso comenzaría a buscar un lugar hacia al cual emigrar. Mi amiga tenía un punto, así pues le dí la razón, porque en el fondo pensaba lo mismo. Fue entonces cuando otra de mis amigas y colegas se levantó de la silla y en un tono ferviente de patriotismo exclamó «Yo nunca me iría de mi país, en ningún lugar la gente es como aquí» Primeramente sé lo que están pensando, y no, mi amiga y colega no es simpatizante del gobierno, pero en sus múltiples viajes alrededor del mundo ha descubierto que pese a todo, si algo tiene el Venezolano es que es amigable.
La realidad es que muchos – incluyéndome – piensan en irse del país en la primera oportunidad que tengan, parece una decisión fácil para la mayoría, pues trabajar como un perro con fines de obtener una mejor calidad de vida y una superación personal se ve más sencillo que trabajar en la comodidad de tu tierras sabiendo que todo lo que ganaste el año pasado no te va a alcanzar para pagar un pasaje el año que viene. Sin emargo tomar esta decisión no es tan fácil como parce, porque como bien dijo mi colega «la gente no es como aquí» y es cierto, pese a que el Venezolano es conocido en todo el mundo como un tipo «chévere» – se excluyen alusiones a la campaña hecha por el gobuerno – es al Venezolano con el que uno acostumbra a hablar y a convivir el día a día. Si te vas del país porque buscas una vida mejor, debes entender que no tendrás unos padres con los que pelear todos los días, ni una abuela a la que visitar todos los domingos, ni mucho menos unos amigos chalequeadores con los cuales podrás «echar vaina» todos los fines de semana. Todas estas cosas pueden sonar banales si se comparan con desarrollarte como ser humano e independizarte – no más colas para comprar comida, no más restricciones cadivi, no más ahorrar todo el año para comprar un pasaje – pero la verdad es que no es cierto, la gente necesita de su gente, y si me lo preguntan, cuando uno se va de un país para establecerse en otro, se queda en el limbo de la nacioalización, no es ni de uno ni de otro, uno se va y nunca deja de ser un extrajero. Por eso, si estás pensado en irte del país porque quieres una vida mejor, no dejes que nadie te desanime, pero recuerda que hasta a mí, que no me gusta la música popular, se me paran los pelos y se me pone el guarapo agua’o cuando «llevo tu luz y tu aroma en mi piel…» empieza a sonar y pienso: ¡qué dificil es decir adiós!