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Chávez, los chavistas y el chavismo. De Manuel Caballero.

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La perspectiva del tiempo, de los documentos de quienes se empeñaron en reflexionar sobre nuestro presente. Comprender los discursos de quienes avalan éste tipo de gobierno. Esa idea, que mezclada con viejos y absurdos atavismos de la izquierda pro-soviética, no hacen sino matar el presente. Recordemos a Orwell y la Rebelión en la Granja, y al poeta minimus, los tenemos al doblar de cada esquina. También sirva ello, para penetrar por una parte de nuestro sistema cultural y dejar el rencor, aunque sea justificado, (buscando la justicia y no la impunidad) y pretender que debemos matarnos unos a los otros como el deseo húmedo de la la élite roja del pretorianismo que nos desgobierna y nos acaba.

Transcribo entonces lo que el título nos refiere:

«Aunque pudiese parecerlo, no son la misma cosa, o por lo menos tiene matices y hasta significados diferentes. El primero es un accidente que la historia terminará por echar a su infame basurero, cubierto del mismo ridículo con que fue lanzado allí ese primate rijoso y parlero llamado Cipriano Castro.
Lo segundo forma parte de ese *bravo pueblo* que todos los políticos suelen exaltar y algunos halagar para manipularlo sin vergüenza alguna.
Lo tercero es una tendencia histórica muy anterior a Chávez, que seguramente lo sobrevivirá y que es necesario combatir a muerte, extirparlo como una asqueante pústula, si queremos salir del atraso, de la miseria, del Tercer (o Cuarto) mundo.
Vayamos por partes. En este libro, hemos repetido varias veces la frase que suele decir sobre la diferencia entre en un estadista y un político: mientras el primero piensa en las próximas generaciones, el segundo piensa en las próximas elecciones.Ése es sólo un aspecto del asunto. aunque pueda parecer una tautología, sólo puede ser considerado un estadista quien tiene sentido de Estado y no sólo del gobierno; sólo puede aspirar a entrar en la historia quien tiene sentido de la historia. Estadista fue Washington (el mismo que rehusó una tercera presidencia, inaugurando una fructífera tradición); estadista fueron Linconln y Roosevelt, acaso Wilson y Kennedy.
Estadistas fueron Bolívar, Páez y Gumán Blanco; estadistas han sido el primer Gómez (el de 1908 a 1913, acaso 1918: si la pandemia se lo hubiese llevado ese año como se llevó a su hijo Alí, este país estaría lleno de estatuas suyas).Estadistas han sido López Contreras, Medina, Betancourt y Caldera: gústenos o no, sus acciones ayudaron a cambiar el país, a hacernos como somos hoy, para bien y, en algunos aspectos, también para mal, porque nadie es perfecto.
En cambio, pocas veces hemos tenido en este siglo un gobernante con tan poco sentido de la historia y con tan poco sentido del Estado como el actual tarambana que parece empeñado en superar el ridículo de Cipriano Castro y sus felicitadores. Pocos como él son tan excesivamente políticos y tan poco estadistas al punto de vivir en una campaña electoral permanente, aún cuando no sea tiempo de elecciones. No hay una sola de las suyas que vaya más allá de una acción de gobierno; ninguna puede considerarse una acción de Estado.
y que no se diga que nada puede hacerse en seis años: toda la energía desplegada en asentar su poder personal, bien habría podido emplearla en asegurar un mejor futuro para los venezolanos. O en dos años, porque muy bien se dice que el que va a salir se asoma.
Los Chavistas. Siempre he insurgido contra esa frase infame que pretende halagarlo diciendo que el pueblo nunca se equivoca: si no somos ciegos, lo tenemos a la vista. lo que sí es cierto es que, equivocado o no, en democracia el pueblo siempre tiene la razón. esto quiere decir que se pueden criticar y hasta detestar sus actitudes, pero es imposible ignorarlo.
Y como no hay dos pueblos, sino uno solo, con ese mismo pueblo hoy chavista habrá que construir la Venezuela que mañana reaccionará contra el chavismo. Y aquí caemos en el tercer elemento de la ecuación: el chavismo.
Puede parecer paradójico, pero el chavismo no está ligado a Chávez sino de forma circunstancial. Está muy bien anclado en nuestra historia, en nuestra idiosincrasia; y de allí provienen casi todos nuestros fracasos, nuestras miserias. Seguramente seguirá allí una vez que chávez haya pasado. Es la Venezuela del aventurerismo y lla improvisación; de tirar la parada y estarse mano sobre mano esperando que caiga todo de arriba; la que espera recibir dádiva de un pescado, sin interés alguno en aprender a pescar; la Venezuela del juramento incumplido, del oropel militarista; la Venezuela del Vivo, de que se las sabe todas; del vago y azote de barrio. En fin la Venezuela que estamos hoy viendo encumbrada en las alturas del poder» Caballero (2005, Pp. 234-236)

Fuente: Caballero, M (2005). La Pasión de Comprender. Caracas. Alfa.

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