Hay tantas cosas que decir sobre la corrupción y tantas preguntas sobre ella que el asunto se hace amorfo, inasible, tristísimo. Para muestra el 2014 por no ir más lejos: la burguesía venezolana y extranjera enriquecida a costa de quebrar al país; el caso Derwick; el artista pop revelación de España, Pablo Iglesias; los estudiantes muertos durante las protestas en Venezuela; los estudiantes de Ayotzinapa en México y el descaro de Maduro dándole el pésame al pueblo de México por los ‘desaparecidos’; Diosdado Cabello y etcétera. De corruptos y corruptitos está hecho el mundo querámoslo o no. Unos gobiernan países, otros tienen empresas y los hay hasta que escritores, filósofos y periodistas. Al final, perro come perro. Antes de lanzar consignas dignísimas contra la corrupción evaluemos qué tan jodidos estamos que en pleno siglo XXI enaltecemos héroes sin épica y aparecen pancartas de Pérez Jiménez.