Sentarse en el lugar adecuado, siendo como el agua.
Como es arriba, es abajo, todo tiene su correspondencia, su sincronicidad. Tu casa es el reflejo del mundo, el macrocosmos es el reflejo del microcosmos, y viceversa, funcionando en armonía, con sus propios principios. Al enfrentarse al universo, se altera su natural armonía. No es renunciar a la voluntad, sino actuar en relación a los procesos ya existentes.
El agua es aparentemente débil, blanda, no tiene voluntad, se adapta, toma cualquier forma, se escurre por las hendijas más pequeñas, se esparce en miles de partículas, forma los grandes océanos, aún así erosiona las piedras más sólidas.
El pájaro o la flecha no deja marcas en el aire, su paso es invisible, en armonía, no se delata a sí mismo. Fluye sin influir, vive sin obstaculizar, favorece sin interrumpir.
Dejar estar o dejar fluir, aceptar las reglas naturales del mundo, si se intenta ser cambiadas se desequilibra el fluir de la naturaleza obteniendo lo contrario: incomprensión e insatisfacción.