Ya ni recuerdo para qué, el hecho es que me suscribí a una página para una solicitud de firmas, por la dictadura en Venezuela, para que activen la carta democrática, o algo por el estilo.
Ahora, cada cierto tiempo, me llegan solicitudes de firmas por cualquier cosa, por los orangutanes en Sumatra, o por los refugiados en la frontera de Gaza e Israel, o por la liberación de un preso político en Corea del Norte… Y más o menos es lo mismo, es firmar, luego de una suscripción a la página con el correo-e incluido, por alguna causa loable. El hecho que si se hacen tantos millones de firmas cibernéticas, quizá liberen al pobre hombre de Corea del Norte, o dejen en paz a los orangutanes, o qué sé yo.
Ya no es necesario salir a la calle, no es necesario gastar telas y pinturas para unas pancartas, ya no está el peligro de unos rolazos o de inhalar lacrimógenas, ahora, desde la comodidad de su hogar, puede defender cualquier cosa defendible, en cualquier parte del mundo, en lugares que ni puede ubicar en un mapa mundi y con nombres que no sabrá pronunciar, pero que con tan sólo un clic puede salvar la vida a unos elefantes que jamás verá, y ni siquiera saber cómo huelen.
Es la manera más fácil, rápida y cómoda de ser activista. Sólo tiene que pararse para ir a la nevera a tomarse una cerveza y regresar a la PC y listo, ya hizo la buena acción del día.
Es algo similar como cuando le da una moneda a un mendigo, ya con eso se ganó el cielo, o más modernamente, al republicar la foto del niño con una enfermedad terrible que ni los médicos saben qué es, pero si se republica facebook donará cinco centavos de dólar a esa pobre criatura.
En resumen, hipocresía virtual a un solo clic.