Venezuela atraviesa una de las peores crisis de su historia. La crisis no es solamente a nivel económico, todo está en crisis; la democracia, las instituciones, los valores y los principios. Vivimos en un país de contradicciones donde las noticias del día parecen más un cuento de realismo mágico sacado de algún libro del Gabo, que el reporte de un noticiero. El miedo se ha vuelto nuestra emoción predominante, una sombra que nos acompaña en nuestro quehacer cotidiano. Tenemos miedo de llegar a la caja registradora y que no alcancen los 2 jabones que venden por persona. Tenemos miedo a los precios que suben cual espuma frente a nuestro salario mínimo, el más mínimo de américa. Le tenemos miedo a un presente que nos amenaza con quitarnos la vida en este nuestro país, uno de los más violentos del mundo, y a un futuro en el cual comprar una vivienda digna es poco más que un sueño. Para el 2015 el escenario es aún más aterrador. La crisis económica alcanzará un nivel nunca antes visto: Megadevaluación del bolívar y escasez generalizada. En consecuencia recibiremos un visitante no grato, el hambre, quien nunca viene solo, siempre trae consigo a sus compañeros violencia y caos. Da miedo, sí; así que no nos queda otra cosa más que ser valientes, porque solo se puede ser valiente cuando se tiene miedo.
Hay un dicho que dice que la esperanza es lo último que se pierde. El adagio proviene de la mitología griega cuando Pandora fue enviada por Zeus con un ánfora que contenía todos los males de la humanidad. Cuando todos los males fueron liberados del ánfora, o la caja como es mejor conocida, al fondo quedó la esperanza. Para algunos esto es un símbolo de que en medio de todas las penurias siempre quedará la esperanza. Para mí, la esperanza simplemente es el último de los males y quizás, el peor de ellos. La palabra esperanza viene del latín Sperare que significa esperar, es decir, desear, aguardar, detenerse. En medio de las vicisitudes, cuando todo marcha mal, cuando estamos en emergencia creo que lo menos útil es sentarse a esperar y desear que simplemente pase algo. Sobre la esperanza prefiero la fe, que significa creer, confiar. Creo en una Venezuela que logró sacudirse el yugo del imperio español, que parió a un libertador de cinco naciones, que ha superado crueles dictaduras y que a lo largo de su historia ha tenido que pedirle muy poco a la imaginación para hacer creíble su realidad.
Cree, cree que tu también puedes hacer algo para mejorar el país, cree que desde tu barrio, desde tu comunidad, desde tu empresa, tu universidad, tu trabajo, desde tu casa puede empezar el cambio. Confiemos también en la heroica juventud que aún queda, quienes nos estamos preparando para cuando sea el momento indicado rescatemos al país. Una juventud que nos hemos dado cuenta como dice Toffler, que las viejas formas de pensar, las viejas formulas e ideologías, por estimadas o útiles que nos hayan sido en el pasado, no se adecuan ya a los hechos. El mundo que está rápidamente emergiendo del choque de nuevos valores y tecnologías, nuevas relaciones geopolíticas, nuevos estilos de vida y comunicación, exige ideas y analogías, clasificaciones y conceptos completamente nuevos. No podemos encerrar el mundo embrionario del mañana en los cubículos convencionales del ayer. Desde ese grupo de jóvenes que estamos pensando y trabajando por la nueva Venezuela te decimos hoy, Pierde la esperanza, mas no pierdas la fe ni la acción.
Feliz Navidad.
Atte. Javier Medina
@Javierenred
¿Eres homosexual, o algo? Piensa un poco antes de escribir.
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