Mira, madre, ha llegado el día,
henos aquí en Maiquetía.
Pensé que nunca llegaría
esta hora frustrante y fría.
Debo cruzar esa puerta,
quizás no te vea de nuevo,
tu despedida encubierta
es todo lo que me llevo.
Pase lo que pase,
esta hija te adora.
Puede que un día te abrace
a través de la computadora.
Y cuando llegue el momento triste,
la amarga hora de partir,
tú intentarás contarme un chiste,
yo me intentaré reír.
Cuando el avión despegue
y me saque de este retén
el Ávila será un pliegue
que al vernos llora también.
Qué lástima este percance,
el desangrarse o el huir
Venezuela tiene cáncer
y ya se quiere morir.
T.M.