Una mejor respuesta sobre el legado de Chávez la podría dar Jorge Giordani, pero sin ánimos de precisar cuál es voy a dejar por aquí mis líneas.
Nunca creí en el chavismo como una izquierda alternativa. Así trataron de presentarlo bajo el nombre del ‘Socialismo del siglo XXI’ y su implicación no fue más que la organización de la sociedad comunal bajo los preceptos del comunismo más primitivo y el derroche de los recursos del país bajo un modelo de corporativismo bárbaro, ese corporativismo que consiste en expropiar empresas, nombrar a militares como sus nuevos directores, establecer un sindicato afín con el oficialismo; y esto funciona también como medidas de amedrentamiento contra los demás empresarios: o se unen o mueren. ). Años después la población se percataría que la producción es escasa y el modelo nunca funcionó, en tanto que el legado de Chávez no es más que el fracaso del comunismo, de manera que su proyecto se disfrazaba de vanguardia política pero siempre fue un comunismo chapado a la antigua con una exacerbación de esa herencia incómoda del siglo XIX: el caudillismo.
Afirmar que el modelo chavista fracasó porque las condiciones regionales y culturales de los venezolanos le entorpecieron su camino es avalar el discurcito de la guerra económica, el contrabando de extracción y los bachaqueros, que utiliza Maduro como excusa; afirmar que el modelo chavista fracasó porque el venezolano no pone de su parte es alargar la vida de este período democrático degenerado del que el chavismo fue el último coletazo. El espíritu democrático y liberal debe negarse a ser cómplice de la sinvergüencería que ha institucionalizado este gobierno. Por eso nunca comprendí cómo Chávez pidió ‘Irreverencia en la discusión y lealtad en la acción’, pues entiendo esto como un rebaño de ovejas rebeldes que optan por no salirse del corral pudiendo hacerlo. ¿Entonces de qué revolución me hablan?
El legado político de Chávez me parece que es solo una extensión de lo que ya venía sucediendo desde el pacto de Punto Fijo. ¿Por qué? Los fenómenos que llevaron a la caída de la democracia se agravaron bajo el mando de unos extremistas del estatismo. El abuso, la barbarie y el autoritarismo crearon un aparato institucional podrido pero muy eficiente para oprimir y mantenerse en el poder. Chávez es hijo de aquellos personajes a los que tanto rencor tuvo, los mismos que avalaron la vieja y decadente democracia y la ayudaron a sobrevivir hasta que el arañero llegó. ¿Cómo iba a actuar diferente? Claro, su odio xenofóbico, clasista y racista no le impidió aprovecharse de ellos, como el gigante de la retórica que fue, utilizó a sus enemigos a favor, contando con espacios en medios de comunicación, financiamiento y bastante adulación (Como pareciera suceder con Podemos y Pablo Iglesias en España). En los camerinos un rockstar, pero que cuando se monta en la tarima toca el bajo como una guitarra y opta por contar chistes.
Ante estas consideraciones, el legado de Chávez se neutraliza por una parte, pero por otra parte -como sacando el lado bueno de cualquier mala situación- el venezolano ha aprendido una gran cantidad de lecciones por la vía difícil y vergonzosa. No puedo hablar sobre lo que el venezolano conoce o no sobre política, pero es evidente que hoy más que nunca hablamos más sobre el tema que en años pasados. Mi mamá suele decirme que antes los pobres no votaban en elecciones, no porque no se sintieran representados por un candidato ni porque no les regalaban la plata como Chávez hizo, sino por esa abulia reflejada en el refrán ‘Yo en política no me meto’. Ahora sí es normal escuchar a personas que aunque tengan una carencia expresiva en su lenguaje tienen una idea de por qué las cosas no funcionan y lo prometido sigue siendo deuda. Saben que hacer colas por productos básicos o morirse por la escasez de medicinas no está bien y ya no se quieren calar excusas ni burlas de parte del gobierno y sus seguidores. Asumámoslo como un despertar de conciencia política. Todavía falta, pero lo vivido bajo el gobierno de Chávez y también de Maduro ha sido una experiencia de crecimiento importante, aunque hayan agravado el desastre que teníamos como país.