«Esto te lo digo porque eres hijo de ***, que es amigo mío. No andes mucho por la calle, ni solo, porque ahora están trayendo paramilitares sólo para crear zozobra; no roban, solo matan al azar para crear terror».
Este consejo me lo dió hace poco un chavista «duro», amigo de mi padre, no dudo que con absoluta buena fe. El consejo vino seguido de una larga advertencia sobre todo lo que la oposición está planeando para pasar de la «guerra económica» a la guerra caliente, mezclado con una clase de historia de lo mal que estaba todo antes de 1999, y de todo lo bueno que ha pasado desde entonces, sobretodo para los pobres. Durante todo el discurso, de alrededor de media hora, solo abrí la boca para dar a entender que le estaba siguiendo el hilo, con expresiones tipo «ajá», y «¿no me diga?»; la mayor parte del tiempo solo pelaba lo ojos para demostrar mi asombro ante las revelaciones que me estaba haciendo. «Yo sé que no eres chavista, pero si quieres a tu país no votes por esos desgraciados; vota nulo pero no votes por ellos», concluyó. Aproveché la pausa para despedirme.
El ejercicio de escuchar y no ponerse a discutir, aunque exige mucha paciencia, es muy útil para comprender todo el entramado discursivo-justificativo con el que los (algunos) oficialistas se rodean hasta formar una concha impenetrable. (Por eso la renuncia a discutir es tan importante, porque que con eso no se conseguirá nada.) Todo el discurso está bien enlazado, no hay cabo suelto y todo remite a la única causa posible y probable de la crisis por la que el país está pasando. Éste es el gran de legado de Chávez, la creación de un método fácilmente reproducible, que engendra la capacidad de hacer abstracción absoluta de la realidad y reducir todo a la causa última, la causa no causada, la causa eficiente (y suficiente), La Conspiración Mundial Contra Venezuela.
Lamentablemente, la otra cara de este mecanismo (o su corolario inevitable) es el terror psicológico permanente en que viven estas personas ya que, si el objetivo último de La Conspiración es la destrucción de la Revolución, la muerte de los seguidores del proceso forma parte de esa destrucción; por lo tanto vivir permanentemente en ese terror no hace mas que retroalimentar la teoría de la conspiración y a cerrar filas con el gobierno al cual se le da carta blanca para que haga todo lo necesario para evitar ese destino. Éste es el gran de legado de Chávez.