(A todos aquellos que comulgan con sus ideas, que son tratadas en este texto)
Desde hace tiempo, mucho antes del 12 de febrero, he seguido y leído las publicaciones de Robert Alonso. Para quienes no lo conocen, les haré un brevísimo resumen.
Él es una persona de origen cubano, que estuvo implicado en diversos sucesos relacionados con supuestos (Énfasis en lo anterior) ataques al gobierno de Venezuela; y actualmente vive en Miami, dónde promociona los trancazos, las “Guarimbas”; e incluso ha hecho varias acusaciones a varios políticos de oposición. Además, apareció en el reciente programa sobre las guarimbas en CNN, el cual recomiendo ver. Aquí les dejo su cuenta de Twitter (@RobAlonso)
Si tuviera que describir con una palabra a Robert Alonso, esta sería “irresponsable”. Con ello no me refiero a que no llama la atención sobre lo que sucede en el país, tampoco a que no se preocupa por lo que ocurre. Me refiero a que es irresponsable desde el momento que establece comparaciones con El Salvador, Ucrania o Libia, pasando por el diagnóstico de la situación hasta el punto de la planificación, que se traduce en propuestas de acción.
Hay un punto clave para toda planificación, que es la observación de la situación. Robert Alonso parte de una afirmación que es un craso error. De acuerdo a lo que dijo en su entrevista con CNN, estamos en una guerra.
Una guerra, según Karl von Clausewitz, constituye, por tanto, un acto de fuerza que se lleva a cabo para obligar al adversario a acatar nuestra voluntad. Ahora bien, esto está incompleto, pues el mismo von Clausewitz afirma posteriormente que ese acto de fuerza es una acción militar que tiene como objetivo: Desarmar al enemigo o exterminarlo, es decir, que la guerra conlleva una acción violenta, el uso de la fuerza para eliminar la capacidad militar del adversario, para imponer políticas propias sobre él. En fin, cualquier enfrentamiento entre dos bandos no puede llamarse guerra. La guerra requiere que recíprocamente ambos bandos utilicen la fuerza militar para eliminarse mutuamente.
Tal vez usted quiera decir que esto se trata de una suerte de “Guerra Fría”, pero argumentar ello sería creer en quimeras y terminaría en poco menos que sandeces.
En Venezuela no se desarrolla una guerra, estamos ante un monstruo que cuenta con todo el poderío del Estado, y con este oprime a una gran parte del pueblo que se alza en una protesta legítima. Más allá de lo que se ve en Twitter, lo que se ve en la calle es una represión injustificada y muchas veces llena de un odio visceral. Pero en las calles,- y al parecer esto no llega a Miami-, la gente sale a realizar sus actividades diarias, van a los centros comerciales a entretenerse por las tardes e incluso de comen sushi mientras se escuchan claramente detonaciones a lo lejos. ¿En cuál clase de guerra esto es posible? Evidentemente no estamos en el más alto grado de conflicto humano.
Salvo en Táchira y, tal vez, otros puntos que no son difíciles de contar, la aparente normalidad intenta enmascarar una conmoción que está viviendo la sociedad en este momento. Sin embargo, en el peor de los casos, si evaluamos dónde el conflicto ha escalado un mayor nivel, estaríamos ante un grave conflicto social que desemboca en: represiones brutales por parte de las fuerzas de seguridad del Estado, ataques por parte de grupos irregulares armados, guarimbas y barricadas en varias zonas urbanas, diversas protestas que se han presentado muchas maneras y repetidas violaciones de Derechos Humanos, entre otras muchas consecuencias. Pero, en fin, no estaremos ante una guerra hasta que quienes adversan al gobierno no se organicen en un grupo estructurado y este ejerza esa acción militar, que tenga como fin desarmar o eliminar al adversario.
A pesar de todo lo dicho anteriormente, debo reconocer que los principios y normas básicas que rigen la estrategia de la guerra, son aplicables para la elaboración de una, inclusive si no es para la guerra. Pero, incluso en esto usted falla, pues un buen estratega debe conocer bien el contexto y la situación en la que se encuentra y cómo ya lo he demostrado usted falló en el primer paso, al decir que nos encontramos en guerra. En los términos del Arte de la Guerra de Sun Tzu usted y todo su plan fracasa, cuando establece que estamos en una guerra.
Aun así, en el caso de que estuviéramos realmente en una guerra usted resulta ser un mal estratega de guerra.
¿Qué es la guarimba, en resumen, para Robert Alonso?
Guarimba, como se entiende en sus publicaciones, no es lo que se hace mucho en el Táchira, tampoco lo que se ha hecho en la Plaza Altamira, ni en la avenida San Ignacio; guarimba, en resumen, es tranca y refúgiate, de hecho el término originalmente significa refugio.
En esencia la estrategia de la guarimba se trata de trancar la calle y refugiarse en la casa propia, no enfrentar violentamente al régimen, ni realizar marchas o resistir protestando de cara a la Guardia Nacional y la Policía Nacional. Pero, las cosas van más allá, la idea de la guarimba es entre otras: forzar un paro nacional, iniciar entre los militares una rebelión armada, neutralizar la acción “colaboracionista” (O como se le quiera llamar) de los políticos de la oposición, desmoralizar y fatigar a las fuerzas de seguridad nacionales y salir ilesos de todo eso.
En primer lugar, esa estrategia de “Tranca y refúgiate” proviene de ideas falsas sobre el Arte de la Guerra. Así lo menciona von Clausewitz cuando dice:
Muchos espíritus dados a la filantropía podrían fácilmente imaginar que existe una manera artística de desarmar o abatir al adversario sin un excesivo derramamiento de sangre, y que esto sería la verdadera tendencia del arte de la guerra. Se trata de una concepción falsa que debe ser rechazada, pese a todo lo agradable que pueda resultar. En temas tan peligrosos como es el de la guerra, las falsas ideas surgidas del sentimentalismo son precisamente las peores.
Yendo más allá de la superficial observación de la evasión en el derramamiento de sangre en la estrategia de las guarimbas, dicha estrategia falla al no estar dirigida a un desarme efectivo, ni a una eliminación del adversario. Atendiendo a la idea de reciprocidad que von Clausewitz expone en su obra, “fatigar” con guarimbas a la Guardia Nacional, representa una resistencia en sí misma, no una medida extrema, que -En el caso de una guerra- debería estar dirigida a un combate efectivo de la totalidad de las Fuerzas Armadas Nacionales y los otros cuerpos armados partidarios del gobierno.
Por ello, suponiendo que estamos en una guerra, la estrategia que usted ha planteado es terriblemente mala. Porque fatigar a la Guardia Nacional, no producirá el desarme efectivo de toda la Fuerza Armada Nacional, que llevarán al punto de que nuestro adversario, tenga que verse obligado a aceptar nuestra imposición que al final permitirá el cambio de gobierno. Este debería ser el objetivo de la guerra, eliminar a los adversarios, desarmarlos, llevarlos a tal punto que nuestras condiciones, la voluntad política de quienes adversan al gobierno, parezcan mejores y, en consecuencia, las acepten.
Ahora bien, aquí es importante señalar un punto importante; más allá de su torpeza en los primeros pasos de la estrategia, es su tremenda irresponsabilidad, porque llamar esto a una guerra, es el primer paso para que quienes piensan que lo es, no duden mucho en llevar el conflicto a una guerra real. ¿Realmente queremos que este conflicto se convierta en una guerra civil? Hacer consideraciones sobre si es pertinente y factible comenzar una guerra civil en Venezuela requiere de un análisis más profundo que nos llevaría a otros temas, aunque a primeras luces se puede decir que una guerra en este escenario es impensable y además, sólo traería más desgracias a nuestro país.
Si después de lo anterior usted sigue insistiendo en que estamos en una guerra tengo el deber de mencionarle que, más allá de la “arrechera” que han pasado algunos conductores molestos, las guarimbas han impedido el paso de ambulancias y de otros transportes que llevan recursos básicos (Esto lo he visto en persona y ocurre en diversos lugares del país). Le informo que ni en la guerra eso está permitido, puesto que impedir el paso de ayuda humanitaria y los recursos básicos para los civiles, lesiona un bien jurídico, que es protegido en los Convenios de Ginebra y el Estatuto de Roma. Con ello no quiero decir que quienes hacen las guarimbas y quienes las dirigen tienen lo que en Derecho se llama “capacidad delictual” para ser acusados y procesados por Crímenes de Guerra, pero impedir el paso de una ambulancia y de los recursos básicos para los vecinos es grave y va en contra de un bien jurídico.
Por las razones anteriormente expuestas, considero irresponsable su actuación al llamar a la situación que está viviendo nuestro país una guerra, cosa que de lleno es un terrible error en los primeros pasos del Arte de la Guerra. Pero, aun cuando se parte del supuesto de un estado de guerra, usted igualmente falla al elaborar estrategias.
Con todo respeto. Si usted no puede comprender estos primeros pasos o los desconoce, que si son comprensibles para mí, un estudiante de Derecho, no debería vestirse como general y llamar a esto una guerra, ni elaborar sus estrategias.
(Sigue una segunda parte)
Fernando Obregón
Nota* Originalmente publicado en: https://fernin94.wordpress.com/2014/05/10/carta-abierta-a-robert-alonso-el-refugiado-mayor-parte-i-los-primeros-pasos-de-la-guerra/