Breves palabras sobre «El Festival de Teatro de Caracas». ¿Su presupuesto? Una grosería. 320 millones de bolívares. Mayor al monto recibido por muchas alcaldías de la Capital, durante el año. La desproporción es abismal.
No es honesto gastar semejante suma de dinero, cuando hay tanta necesidad en el país.
Segundo, es un espectáculo subsidiado con nuestra plata, con los recursos del fisco. Y por ello, las entradas son a «precio justo». Menos de cien bolos débiles por obra.
Tercero, ¿alguien duda del carácter propagandístico del evento? Por algo su fecha de inauguración coincide con el once de abril. Será parte del circo anual, de las fiestas patronales para celebrar el regreso del «Comandante Eterno» al poder, después de darse un autogolpe y sacarle provecho a la metida de pata de la «carmonada».
Por último, un acto de plagio descarado. Le roban la idea al FITC, la hacen suya, la utilizan como bandera política, y encima, le clonan fichas de la programación(caso de la obra de calle de «Fura dels Baus» en Los Próceres).
Compramos un puñado de boletos para sondear el nivel de la grilla y escribir una nota sobre las particularidades del Festival, desde la perspectiva de un vulgar espectador.
Esperamos también por sus reportes. Veremos, al final, si los números nos cierran.
Algo huele a refrito, a podrido. Y no estamos hablando precisamente de Hamlet en Dinamarca. He ahí la cuestión.