La esperanza es un estado de ánimo optimista basado en la expectativa de resultados favorables relacionados a eventos o circunstancias de la propia vida o el mundo en su conjunto (fuente: Wikipedia).
Concordemos en que ese sentimiento intangible que denominamos esperanza es un estado de ánimo, y como todo estado de ánimo no es constante o lineal, sino que varia o fluye según un cumulo de factores y circunstancias que generalmente nos rodean y nos hacen percibir y evaluar el tiempo presente y futuro con menos o más optimismo, de donde si hay una buena percepción de nuestro tiempo presente y/o futuro entonces se potencia el optimismo y con ello la esperanza, lo contrario sería sentir y percibir lo contrario con lo cual deviene lo opuesto a la esperanza y sería la desesperanza.
Dicho esto, lo aplicamos al caso Venezuela, un país que pareciera castigado con una ideología llamada Socialismo del Siglo XXI y que nos hace recordar un poco la película “Exodus: Gods and Kings” del director Ridley Scott, donde a pesar de las 7 plagas que caen sobre Egipto con el mandato de Ramsés II, éste nunca da su brazo a torcer, de allí que probablemente el estado de ánimo de los ciudadanos egipcios mayormente sería de desesperanza, sin embargo, durante el reinado de Ramsés hubieron grandes obras y supuestos personajes según esta película, como Moisés, que siendo mano derecha de Ramsés luego pasa a ser su primer y más acérrimo opositor, aspectos como esos, pudieron haber levantado el ánimo en parte de la población y proporcionar un poco de esperanza, necesaria para mirar el futuro con optimismo.
Ahora bien, un hecho intangible como la esperanza o la desesperanza deben ir acompañados de otros elementos para hacerlos más tangentes, la probabilidad y la posibilidad por ejemplo son dos factores que le dan argumentación y credibilidad, a pesar de que la posibilidad y la probabilidad son también de hecho elementos no tangibles, sin embargo, van respaldados por el gran Dios que es la ciencia y el método científico, un Dios que todo lo prueba y lo comprueba a través de elementos pragmáticos, aunque esto no certifica que dichas pruebas sean o puedan ser sostenibles en el tiempo, como ya se ha demostrado en más de una ocasión.
Pero el hecho cierto, es que la esperanza y la desesperanza son hechos vividos que se hacen presente a pesar de su ausencia y el ser humano habla y ha hablado durante siglos de esta experiencia, por lo que, habiéndolo vivido se puede aseverar que existe, que es, a pesar de no poder palparlo como tal, un hecho parecido a la articulación humana, el lenguaje, al ser esa capacidad humana de articular sonidos o fonemas que tienen un significado y un significante que todos podemos oír pero no podemos ver y sin embargo generan una reacción en nuestro cerebro que nos hace recordar, analizar y reaccionar ante ese acto del habla, es un evento que pudiéramos bien comparar con el evento esperanzador o desesperanzador que se genera por las circunstancias de la vida y del entorno, y de ese estado de ánimo se generan luego actitudes, posturas y toma de decisiones que en ocasiones no consideran otra cosa sino que únicamente esa energía y esa fuerza que llamamos esperanza.
Ramsés II se autopercibía Dios y así los demás debían verlo y tratarlo, con la salvedad que no tenía la característica intrínseca que debe tener un Dios, y esa es la inmortalidad, lo imperecedero, los hombres pasan e incluso los imperios pero el Dios queda, como lo demuestra una de las religiones más conocidas del mundo con uno de los dioses más reconocidos del mundo, la religión Católica y su Dios el padre de Jesús, lo que nos puede llevar a pensar que los seres humanos, en especifico los hombres, pueden ser hijos de dioses pero en general los dioses están por encima del hombre y su mandato es divino, omnisciente, omnipotente y omnipresente, por lo que todo lo saben, todo lo pueden y todo lo ven, y al decir todo hablamos de lo posible y lo imposible, de lo probable y lo improbable, con lo que la esperanza tendría una fuente indefinida de vida, de fuerza, de inagotabilidad que la haría en todo caso más poderosa que la desesperanza.
El tema de la esperanza, es quizá un hecho propio del ser humano, una herramienta que debemos desarrollar para el hecho mismo de la existencia y la sobrevivencia, pero que se puede percibir como un elemento que fue tomado por la religión Católica de forma inteligente para mercadear con total éxito hasta ahora todo el tema de Dios.
No entraremos en la diatriba de la existencia de Dios o no, eso lo podemos dejar en dos platos bien servidos y a gusto del consumidor, creer o no creer, lo importante en este caso, es la sensación de fuerza, optimismo y renovación que aporta a nuestro estado de ánimo esa expectativa de resultados favorables relacionados a eventos o circunstancias de la propia vida o el mundo en su conjunto, o a veces incluso, sin basarse en ninguna otra cosa que en nuestra creencia pura y personal de que todo va a estar bien, y sentir muchas veces, en la mayoría de los casos y a pesar de la realidad adversa, que así será, cual si fuésemos nuestros propios dioses, los verdaderos dioses.