Te queda el fino transito de una hoja de papel a la baldosa de un baño mugroso, el peor de la ciudad, habrán dibujos en las paredes. No expresan nada en particular, solo gritan obscenidades; penurias y deseares que se los ha llevado el agua del inodoro. La cadena del retrete no funciona, como no funciona este sistema podrido, cosas equivalentes que se reconocen al llevarlos a una misma oración. En la puerta del fondo alguien llora, será la desilusión, o el desgaste por las horas de vuelo sobre una misma fruta podrida. Me queda el inmenso fraude a dos centímetros del suelo, cuando veo chocar con la realidad mis palabras como moscas. Me pregunto si abra postre después de la muerte, al menos un cigarrillo o una condenada rama para escribir en el suelo, una pistola sin balas, un laberinto de sonoridades que me lleven hasta el centro de la oscuridad mas delgada. Estoy vivo, de hecho estoy quemando cartuchos al frente de una ventana, un parpado que se ofrece hacia la inmensidad de la noche, buscando un sentido o un fin.
