Del libro El venezolano feo.
(Segunda edición ampliada. 2011)
Un venezolano típico es, como ya dije, una persona chévere, cualquiera sea el significado de chévere. A todo le buscan el chiste y el doble sentido ¡porque son alegres! eso no hay que olvidarlo. Por eso es tan difícil hablar en serio con un venezolano típico.
Como decía la famosa canción de aquel humorista venezolano llamado El Conde del Guácharo, «Venezuela es depinga, todo el mundo aquí echa vaina y nadie le para bolas.» O la tan famosa canción llanera que expresa “a quién no le va gustar andar en carro prestado/ dormir en chinchorro ajeno con aire acondicionado/ y que cuando se levante ya le tengan preparado/ unas caraotas blanditas y su cochinito asado”.
Exactamente eso refleja la idiosincrasia del venezolano y, exactamente por eso es que Venezuela está cada vez más enlodada en su crisis. Ese es el venezolano típico, el venezolano feo, que no le para bolas a nada y espera disfrutar de beneficios que no se ha ganado.
El venezolano tiene una impresionante capacidad de darse cuenta de los errores ajenos, de los abusos de otros, de las infracciones de los demás. Por eso es tan frecuente escuchar mentadas de madre por doquier en cualquier calle de tan bello país, porque el venezolano “sabe cuándo lo están jodiendo”. Y, sin embargo, puede hacer un chiste de ello.
Si usted camina en una calle de Venezuela podrá observar cuántas situaciones meritorias de una mentada de madre se cometen constantemente. La luz roja del semáforo es, en Venezuela, indicativo de que el conductor tiene la opción de detenerse, no es obligatorio; eso depende si hay o no un policía de tránsito cerca o qué tan probable es que el carro que viene del otro lado lo alcance para impactarlo. Las aceras de Venezuela no son exclusivas para caminar: Si un conductor estaba demasiado apurado como para buscar un estacionamiento, parará su carro donde mejor le parezca y el peatón tendrá que caminar al borde de la vía, esquivando los autos de las acercas y los que están circulando.
A eso se le debe añadir que los motorizados pueden evitar el tráfico manejando sobre las aceras y si usted, peatón, se atraviesa en su camino, harán rugir el motor hasta que se quite. Usted como peatón no puede caminar en paz por una calle de Caracas sin ser constantemente agredido, porque los venezolanos que lo rodean ignoran que usted existe y que tiene derechos. Las normas son letra muerta y de vez en cuando se respetan si hay un policía de tránsito cerca y depende del municipio. Eso sí, tiene que estar consciente de que el motorizado que lo está sacando de la acera puede ser un policía y ahí ni siquiera podrá mentarle la madre, porque puede ir preso por osado, ¡porque a la autoridad se respeta!
No obstante, si usted es el conductor tampoco tiene muchos derechos, no se crea que por tener un carro usted existe.
En Venezuela, el paso peatonal también es opcional. El peatón puede decidir si cruza por ahí o cruza corriendo y esquivando los carros en la mitad de la calle. Eso sí, siempre cruzará corriendito y haciendo señas con una mano para que el conductor reduzca la velocidad. Acto seguido, un frenazo, porque el conductor iba más rápido de lo que debía, un cornetazo y una mentada de madre que será respondida por el peatón, quien repartirá improperios mientras se aleja. El peatón tampoco respeta el semáforo, no le importa que no sea su turno para avanzar, espera que los demás comprendan que está apurado. Ergo, los demás no existen sino cuando me conviene.
En Venezuela es muy común que los conductores sean generosos a la hora de compartir su “música”, razón por la cual todo el que tiene un carro anda con enormes altavoces y el volumen al máximo. Sea un carro particular o, peor aún, un colectivo. Tampoco importa si el tubo de escape dejó de servir hace tiempo, el conductor venezolano comparte su humo negro con todos los demás, por eso es indispensable el aire acondicionado en Venezuela, porque si usted está detrás de un auto que está contaminando el medio ambiente, puede olvidarse de la idea de que alguna autoridad lo sancionará. Eso era antes, en los ochenta, hace demasiado tiempo. Y cuando existían leyes que sancionaban esa clase de conductas irresponsables, los mismos venezolanos feos se encargaron de presionar para que fueran eliminadas. ¿Sabe algo? Eso fue antes de que Chávez llegara con su democratización del bochinche y la irresponsabilidad.
La bocina del auto en Venezuela tiene múltiples usos. Se puede emplear para avisarle al auto de adelante que el semáforo acaba de cambiar a verde. También se usa para avisar que llegó a un lugar si espera que alguien salga a recibirlo, o para hacerle saber a una chica que la considera atractiva. Dependiendo del tiempo que dure el cornetazo y del número de toques a la bocina, puede ser un insulto a otro conductor o a un peatón irresponsable, o para llamar la atención de un amigo a quien quiere saludar. Eso sí, la gente suele molestarse con el sonido de una bocina, cuando no es quien la hace sonar. Pero ¿cuál es el problema? ¿Por qué amargarse cuando algún idiota usa innecesariamente la bocina del auto a media noche? ¡Es que así somos los venezolanos! Recuerde, Venezuela es depinga, todo el mundo aquí echa vaina y nadie le para bolas. Ni los afectados, ni las autoridades, porque eso es parte de la idiosincrasia del pueblo.
Insisto, el venezolano parte de la premisa fundamental de que los demás no existen o no tienen derechos, por ello es frecuente observar a los amigos que van en diferentes autos intercambiando información sobre la mejor vía a tomar o pasarse un cd de un carro a otro y no importa si con ello obstaculizan completamente el tráfico en una calle. Por supuesto, los conductores que están detrás van a hacer sonar sus bocinas insistentemente hasta que los abusadores se muevan, sin detenerse a pensar la hora o el lugar donde lo hacen, no importa si están frente a un hospital, escuela o iglesia o si son las doce de la noche y despiertan a todo el mundo, lo importante es que los idiotas de adelante se den cuenta que están obstaculizando la vía y pasando por encima de MIS derechos. Si por reclamar a punta de corneta a la medianoche de un lunes despierto a todo el mundo… lo siento, yo no voy a dejar que me jodan.
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